Al contrataque

'El Rey del Metro Cuadrado'

ÁNGELES GONZÁLEZ-SINDE

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Lunes: agotadas las entradas para el concierto-homenaje a José Antonio Labordeta en Zaragoza. Lo escuché y me acordé de la lectura de poemas del chileno Nicanor Parra celebrada pocos días antes en Madrid por su 100 cumpleaños. Los versos más emocionantes los leyó Carlos Caszely, El Rey del Metro Cuadrado, exdelantero de la selección chilena, del Levante y del Espanyol que ahora vuelve a residir en España trabajando para la embajada. Resonaban todavía en mi cabeza los versos de Parra cuando en la radio ya hablaba Michael Robinson defendiendo al futbolista Piqué atacado por sus tuits en favor del proyecto independentista. También salieron trasquilados en el referendo escocés los futbolistas que pidieron el voto para cualquiera de las dos opciones. Son pocos los deportistas que participan en política y menos van a ser vistas las polémicas. Robinson explicaba sus limitaciones: no hablan porque los clubs lo desaconsejan y porque perjudica su imagen y su potencial publicitario que es su otra fuente de ingresos, además de los goles.

Es lamentable que las cosas sean así, que cuando Joaquín Sabina expresa dudas sobre Podemos, uno de sus dirigentes, Juan Carlos Monedero, replique que «cada uno tiene que hacer lo que sabe» como si la política, pensarla, practicarla fuera un reducto exclusivo de políticos y periodistas y no de cualquier ciudadano. Tanto nos repiten unos y otros esta consigna, que el sábado en el Festival de San Sebastián los cineastas leyeron un manifiesto convocando un congreso para buscar soluciones a la mala situación del audiovisual, entre ellas «sacar al cine de la confrontación política».

El 'no' a Pinochet

Lo que me pregunto es si quienes se lanzan contra Maribel Verdú o Bardem o Almodóvar Trueba cuando opinan de política (y se significan, como temían nuestras abuelas) creen que no deberían hacerlo porque no son ciudadanos como los demás, sino pertenecientes a una categoría inferior con un ámbito de expresión limitado.

Sin embargo el cine, como la música, el teatro, la pintura o la poesía no tiene más función ni objetivo que transformar la realidad, así que lo extraño sería que los creadores se callasen. Robinson también recordaba cómo los músicos fueron quienes con palabras y conciertos denunciaron el encarcelamiento de un señor llamado Nelson Mandela, aumentando la presión internacional sobre el apartheid, un problema hasta entonces solo interno. Jugándose el tipo como ya lo había hecho su propia madre cuando fue detenida y torturada, eso mismo es lo que hizo Caszely en la televisión chilena en 1988. Dio un valiente paso y pidió el no al dictador Pinochet en el plebiscito. Y eso también es lo que hizo Labordeta desde el principio hasta el fin de sus días. Gracias a los dos.