MONÓLOGOS IMPOSIBLES

Pequeña gran mujer

BARRIL

BARRIL / periodico

JOAN BARRIL

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Me han contado que en las civilizaciones africanas que fueron llevadas por la fuerza hacia América se practicaba un extraño sortilegio de brujería llamado vudú. Se trataba de hacerse con una pieza de ropa, con un objeto querido del hechizado o con un muñeco que se le asemejara. Era entonces cuando el brujo empezaba a hacer sufrir al sujeto de la magia y le acababa sometiendo a su voluntad.

De vez en cuando busco entre mis cosas algún objeto que se me haya caído y pienso en el caso de que Rajoy me esté haciendo vudú en la impunidad de la noche. Ahora, vencido Pujol por las hordas de la Dirección General de Seguridad, ya solo quedaba yo para ponerme fuera de combate. Soy la más mala de España. Desde que nací en Xerta y veía el lento transcurrir del Ebro me he hecho fuerte en la convicción de mis orígenes. Empecé a trabajar en el programa Giravolt, de Televisión Española en Catalunya, Me saqué la licenciatura de Filología, milité en Esquerra Republicana, entré en la Comissió de la Dignitat y, finalmente, mis compañeros me nombraron presidenta de la Assemblea Nacional Catalana (ANC). Demasiadas cuerdas para mi violín, pero merecía la pena, porque pocas veces tenemos la oportunidad de enfrentarnos con un Gobierno zote y automático como el de Rajoy. En realidad todos sus errores son medallas para mí. Mientras los partidos políticos no cejan de vincularse al no sistemático, los de la Assemblea hacemos crecer a los patriotas de debajo de las setas. Soy la gallina clueca de muchos millones de manifestantes. Salgo en la prensa internacional y me dejo odiar por España con una alegría histórica. Tal vez algún día seré en Catalunya lo que Agustina fue en Aragón. Mientras tanto, me dejo querer y me acostumbro a leer mi nombre en la prensa de Madrid como si fuera la piel de Barrabás. En otros tiempos hubiera acabado en la pira del martirio. Pero hoy solo soy un espíritu de las multitudes.

En realidad solo soy una entre muchos. No me gustan los pedestales ni los ditirambos. Dicen de mí que soy una pequeña gran mujer. No hace falta ser muy grande para sacar a tanta gente a la calle. Basta con sentir la razón histórica circulando por las venas. Demasiadas negativas llevan por necesidad a un instante positivo. No quieren hablar conmigo, aun a pesar de conocer muchas lenguas. Hablar significa dudar y Rajoy es de los que no conocen el peso específico de la duda.

Algunas veces me entretengo en analizar otros mundos. Soy sirena marina, águila planeadora, insecto brillante que poliniza las plantas de mi país. Hay mucha vida por administrar y yo solo soy la huella que hace respirar a la tierra. Me gusta soñar en un país nuevo y en una razón tierna. Me gusta creer que tanta gente que se manifiesta no puede equivocarse. Todos ellos lucen la belleza de la inteligencia. Soy una hermana más de la congregación de lo imposible. Y algún día me sentiré feliz como quien sabe que ya no tiene otro objetivo que el objetivo conseguido.