Pujol: una comparecencia que explica mucho

JOAN COSCUBIELA

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Como era de esperar, Jordi Pujol en su comparecencia en el Parlamento de Catalunya no explicó nada que no estuviera en su declaración inicial de autoinculpación como evasor y defraudador fiscal y se negó a responder a las preguntas de los representantes de la ciudadanía de Cataluña.

En cambio la comparecencia sirvió para explicar muchas cosas y para ayudar a entender que ha pasado en Catalunya en estas cuatro décadas y lo que continúa pasando.

De entrada Pujol, al afirmar que él no es un corrupto, confirmó lo que nos temíamos, el sentido laxo que tiene del que es corrupción. Una tolerancia ética que comparte con buena parte de la élite económica y política del país – sea este Espanya o Catalunya). Nos podrá decir que un evasor y defraudador fiscal no es un corrupto, pero es evidente que su comportamiento es legal y éticamente reprobable, especialmente cuando se trata del que ha sido más de 20 años 'president' de la Generalitat.

No tenemos – de momento- ninguno evidencia para afirmar que Pujol se haya enriquecido personalmente, aprovechando su condición de 'president' de la Generalitat. Pero Pujol perdió ayer la oportunidad de explicar que tampoco ha favorecido los negocios de su entorno familiar más cercano. No lo hizo, huyó de estudio. Y esto que las preguntas de los parlamentarios le ofrecieron la posibilidad de desmentirlo y explicarse. A estas alturas la actitud de Pujol no puede ser aceptada por la sociedad catalana. Especialmente porque existen todo tipo de evidencias de que una parte de su familia y de su entorno se benefició de su cargo de Presidente. Entre otros cosas, porque durante años algunos de sus miembros han sido obscenamente exhibiendo este comportamiento y una sensación de impunidad.

Tres momentos de la comparecencia sirven para entender qué ha pasado en Catalunya durante estas décadas, por que ha pasado y por que continúan pasando.

El primero, el estallido de indignación de Pujol y la abucheada a los representantes de la ciudadanía. Se trata de la repetición de una escena que hemos vivido durante muchos años. Pujol situándose por encima de todo el mundo, incluso de los parlamentarios, no admiten que nadie le pregunte sobre cosas incomodas. Ayer Pujol hizo lo de siempre, lo que nos tenía acostumbrados durante décadas, considerar que él no tiene que dar explicaciones a nadie, que esta moralmente por encima de todo el mundo y que no está sometido a ningún control ni poder. La única diferencia es que, fuera por sobreactuación o por falta de entrenamiento, o porque su confesión le ha debilitado, ayer se hizo muy evidente. Pero insisto, Pujol no hizo en su comparecencia nada que no haya hecho durante décadas con la complicidad de una buena parte de la sociedad catalana.

Y este es el segundo factor relevante de su comparecencia. Cuando, encarándose a los parlamentarios se les dice que de ser verdad lo que le están preguntando o imputando, querría decir que loque ha sido embadurnado durante décadas es toda la política catalana. 

Con este contraataque Pujol toca hueso. Y nos obliga a preguntarnos que ha pasado porque, lo que ahora nos parece escandaloso, se produjera durante décadas con muchas connivencias y silencios. No es cierto que toda la sociedad estuviera callada durante tres décadas. Tenemos datos y ejemplos de dirigentes políticos, sociales y periodistas que lo denunciaron, pero fueron los mínimos y fueron silenciados con la misma técnica que ayer utilizó Pujol. Y además fueron condenados a la condición de mal catalanes.

En Catalunya no ha pasado nada que no haya pasado en Madrid, País Valenciano, Baleares o Andalucía. Un poder, sin contrapesos ni controles democráticos , ejercido durante muchos años, tiende inexorablemente al abuso y a la impunidad.

Para que esto pase, hacen falta muchas connivencias, de la política y de los medios de comunicación, pero también de buena parte de la sociedad. Sólo así se puede entender actitudes prepotentes como la del Presidente Camps en Valencia, cuando, al ganar de nuevo las elecciones con mayoría absoluta después de ser imputado, se atreve a decir que el pueblo valenciano ya le ha absuelto. Algún día tendremos que reflexionar con profundidad sobre el papel de la ciudadanía en la extensión de lacra de la corrupción.

En mi opinión hay un factor que hace del caso Pujol, que es el caso Catalunya, una realidad ética y democráticamente más preocupante. Una buena parte de estos comportamientos han sido defendidos, justificados, tapados, en nombre de los intereses del pueblo de Catalunya. Y ha existido y continúa existiendo en una parte de la sociedad catalana un sentimiento de pueblo elegido. Desgraciadamente lo confirman algunas reacciones significativas que se han producido después de la autoinculpación de Pujol.

Desde sectores sociales y mediáticos de Catalunya se ha hecho hincapié a la vez de explicar la aparición del escándalo Pujol en la voluntad del Estado Español de rosionar el proceso de la consulta. No dispongo de elementos para saber cuales han sido los factores desencadenantes, pero obviamente no descarto que los aparatos del estado hayan contribuido a su difusión. Y es bastante evidente que la caverna lo esta aprovechando de manera descarada. En todo caso me parece un elemento periférico, que no puede servir para desviar la atención del tema central, que no es otro que Pujol y su familia han sido, al menos, unos evasores y defraudadores fiscales.

Una cosa es que defendamos el proceso la consulta ante las pijas intenciones de contaminarlo con el asunto Pujol. Y la otra, muy diferente, es que se utilice esto para desviar la atención de las responsabilidades de Pujol y de los que lo han amparado. Hacerlo comporta el riesgo que continúe pasando.

En todo caso, lo más grave en mi opinión han sido las explicaciones muy frecuentes en algunos entornos por las cuales el asunto Pujol es fruto de un virus español, que ha llegado a Catalunya a través del modelo autonómico y de la contaminación española de Catalunya. A continuación decir que esto justifica todavía más la necesidad de una Catalunya independiente, donde estas cosas no pasarían. Más allá del carácter pueril de estas reflexiones, pone de manifiesto el riesgo de caer en el síndrome de pueblo elegido que explica muy bien Jorge Drexler en su milonga del “Moro Judío”.

El tercer factor significativo de la comparecencia es el tratamiento de los informativos de Tv3. Reconozco que puede ser una visión subjetiva, pero me ha parecido ver un intento de destacar las intervenciones de la portavoz del PP y las de Albert Rivera. Y cualquier que haya seguido la comparecencia podrá comprobar que las intervenciones con más contenido, las que hacían las preguntas penetrantes, las que situaban en una posición delicada a Pujol eran otras. Pero una vez más por lo imaginario del conflicto catalán es útil destacar los factores más “cutres” del ataque a Catalunya, perdón quería decir a Jordi Pujol.

En resumen, no comparto la idea que la comparecencia de ayer de Jordi Pujol no tuvo ninguna utilidad. Sin duda, no sirvió porque Pujol diera explicaciones a la ciudadanía de Catalunya, respondiendo a las preguntas que le hicieron los portavoces parlamentarios.

Pero en mi opinión sí ha servido para explicar que ha pasado en Catalunya durante cuatro décadas, porque ha pasado y cómo corremos el riesgo que continúe pasando, sea cual sea el resultado del proceso de la consulta y la forma de organizarnos políticamente que decidimos libremente los catalanes.

Ahora sólo hace falta que como sociedad queramos aprender de estas lecciones o que decidimos mirar hacia otro lado.