Los problemas del sector educativo en Catalunya

Más allá de la LOMCE

Las escuelas no necesitan tanto teorías pedagógicas como recursos para llevar su práctica a la teoría

GREGORIO
Luri

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Nuestro principal problema educativo es el del escandaloso porcentaje de jóvenes de entre 15 y 29 años que ni estudian ni trabajan y viven un indefinido lunes al sol, los ninis. Según el Panorama de la Educación 2014 supera el 20%. Es decir: estamos creando un gueto con la quinta parte de la población juvenil. ¿Una situación así no debería provocar alarma social? Somos el país con mayor porcentaje de ninis de toda la UE y en la OCDE solo Turquía está peor que nosotros.

Algunos intentan justificar esta situación alegando que estos jóvenes no es que no quieran trabajar, sino que la sociedad no les ofrece trabajo. En parte es así, porque muchos están apuntados en las oficinas de empleo. Pero no acompañan su demanda de trabajo con un incremento de su formación. La verdad es que estos jóvenes han acabado su enseñanza obligatoria sin ninguna gana de seguir estudiando.

Sin embargo, todos los datos nos indican que a mayor formación, mayor posibilidades de encontrar trabajo. Es cierto que el 15% de los graduados universitarios está en paro, pero este porcentaje se eleva al 22% entre los que han cursado ciclos formativos de grado superior y al 30% entre los que solo han pasado por la educación obligatoria. Estudiar sale muy a cuenta: además de incrementar las posibilidades de encontrar trabajo, garantiza un mayor sueldo. Los que tienen estudios terciarios ganan el 41% más que los que tienen estudios secundarios y el 60% más que los que solo han cursado estudios obligatorios.

En todo el mundo está teniendo lugar un proceso de gran trascendencia sin cuya comprensión se nos escapa la realidad pedagógica actual: el retorno de la educación obligatoria no ha dejado de disminuir en las últimas décadas. En los años 50 del siglo pasado, cursar la educación primaria garantizaba una prima salarial del 30%. En la actualidad esta prima no llega al 5%. Hoy es más fácil que encuentre trabajo una persona de 50 años cualificada que un joven sin cualificación. Esto significa que la distancia entre los intereses espontáneos del niño y las demandas profesionales de la vida adulta no han dejado de aumentar, lo cual sitúa la educación ante nuevos retos que no sé si estamos calibrando bien.

Por muy escandaloso que sea el número de ninis, aún lo es más el hecho de que podemos identificar con bastante seguridad a los futuros ninis entre niños de cuarto de primaria. El mayor índice del éxito escolar de un niño es el número de libros que tiene en casa. Este es un hecho que está impugnando severamente nuestras prácticas pedagógicas. Hay que dar a estos niños respuestas específicas y probablemente estas vayan, por una parte, por el desarrollo del Suport Escolar Personalitzat que ha comenzado a practicarse en los centros y, por otra, por la apertura de itinerarios escolares. Algunos, con argumentos que no carecen de peso, señalan que esto significa segregarlos del resto, pero la realidad es que estos jóvenes están ya segregados, de facto, en muchas clases de ESO y, luego, en la sociedad.

Nuestro segundo gran problema es, si nos atenemos a los hechos, que hemos renunciado a la excelencia o, si se quiere, hemos renunciado a valorar el talento. Un país dispone de un buen sistema educativo cuando produce más excelencia que deficiencia, porque de esta manera está incrementando su capital humano. No es nuestro caso. En noviembre del 2011, Obama declaró que la educación no solo es la mayor inversión que puede hacer cada uno en su futuro, sino también la mayor inversión que puede hacer un país en su futuro. El columnista Michael Graham le contestó desde el Boston Herald: «Eso solo es cierto si hay muchos alumnos obteniendo buenas notas». Wyatt T. Walker, director del equipo de Luther King ha insistido en algo digno de ser pensado: «Sin excelencia educativa, la expresión derechos civiles es una expresión vacía».

El tercer problema que quiero señalar es el de nuestra baja eficiencia educativa. Fíjense que nuestros alumnos de ESO tienen más horas lectivas (4.245) que los de Finlandia (2.523) o Corea (2.525). Por eso me parece loable la puesta en marcha de auditorías pedagógicas para los centros manifiestamente mejorables que, como es sabido, ha conducido a la supresión administrativa de un centro de El Prat y su posterior reapertura con un nuevo equipo docente. Muy probablemente esta baja eficiencia tiene mucho que ver con nuestras dificultades para desarrollar prácticas de experiencia reflexiva en nuestros centros educativos. ¿A qué se debe esta dificultad? Quizás a que las aulas de los centros siguen siendo espacios blindados del ejercicio personal docente. Nuestras escuelas no necesitan tanto nuevas teorías pedagógicas como los recursos para llevar su propia práctica a la teoría.