Análisis

EI resucita el concepto de guerra contra el islam

ROSA MASSAGUÉ

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«Mensaje a América». Este título y la aparición de Barack Obama anunciando los bombardeos contra las posiciones del Estado Islámico (EI) en las primeras imágenes del truculento vídeo dejan claro cuál es el objetivo del bárbaro asesinato del periodista James Foley. Los yihadistas pretenden hacer a EEUU responsable de su muerte, demostrando al mismo tiempo la impotencia de Occidente para defender a su gente y derrotar a la organización. El fuerte acento londinense del hombre que habla es también un mensaje al Reino Unido y su primer ministro, David Cameron.

Pero estos no son los únicos destinatarios del truculento recado del  EI. Como había hecho Al Qaeda antes, hay un destinatario mucho mayor. Es la comunidad islámica, ante la que el EI se presenta como verdadero defensor de la fe y banderín de enganche para miles de jóvenes. Este yihadismo remueve los cimientos históricos de la comunidad con la promesa del califato ya declarado. EI resucita el concepto de guerra contra el islam, concepto que para Al Qaeda era la traducción de la guerra contra el terror lanzada por  George Bush como reacción al 11-S.

Hace cinco años, un recién elegido presidente Obama se había encargado de cambiar percepciones con su célebre discurso de El Cairo. En la antiquísima universidad cairota, el presidente decía buscar una nueva relación entre su país y los musulmanes, basada en el interés y el respeto mutuos. Para Obama, EEUU e islam ni son excluyentes ni deben entrar en competición. El presidente también decía saber que el poder militar por sí solo no iba a resolver los problemas en Afganistán, Pakistán o Irak y anunciaba inversiones para escuelas, hospitales u obra pública.

La aparición fulgurante del Ejército Islámico de Irak y el Levante (ISIL), hoy convertido simplemente en EI, con toda su violencia y su capacidad de dominio sobre el terreno, desmiente los planes de Obama. Una cosa era el discurso, y otra, tomar decisiones estratégicas, por ejemplo en la guerra de Siria, que  fue el vivero donde creció EI. Ahora, tras el bárbaro asesinato del periodista y la amenaza que pesa sobre otro reportero estadounidense también cautivo, se oirán voces pidiendo una mayor implicación militar sobre el terreno, que es seguramente lo que buscan los yihadistas.

Desde que se inició la guerra contra el terror, la intervención militar ha conseguido ganar batallas, pero no ha alcanzado una victoria definitiva. Osama bin Laden está muerto y Al Qaeda ha perdido operatividad, pero ahora hay el desafío de un grupo mucho más intolerante y sanguinario. EEUU en particular y Occidente en general pagan el precio de mantener amistades muy peligrosas, se llamen Catar, Arabia Saudí, los chiís sectarios de Irak o el sirio Bachar el Asad.

Cuando el papa Francisco hablaba hace pocos días de la legitimidad para detener la agresión del EI y matizaba que con ello no se refería a bombardear o a guerrear, sabía muy bien lo que decía.