CUADERNO DE VERANO

Josep Carreras es 'El juez'

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ROSA MASSAGUÉ

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Esta crónica es una versión ampliada de la publicada el 11 de agosto, en la edición en papel de El Periódico.

 El retorno oficial de Josep Carreras a los escenarios con la ópera ‘El juez’ (‘Los niños perdidos’) no podía llegar en un momento más oportuno. El reciente hallazgo en Argentina del nieto que la junta militar le robó a su madre nada más nacer y por el que tanto luchó su abuela, Estela de Carlotto, así como los casos denunciados en España demuestran lo muy acertado del tema.

Sin embargo, el trabajo del compositor austriaco Christian Kolonovits y de la libretista Angelika Messner hacen naufragar un proyecto que sobre el papel era ganador. Solo el nombre del tenor y las excelentes voces que le acompañan consiguen mantener el interés.

La nueva ópera se presentó el sábado día 9 en el Festspielehaus de Erl (Tirol, Austria) después de su estreno en el teatro Arriaga de Bilbao el pasado abril.

Situada en España, ‘El juez’ aborda la historia de los niños robados en la posguerra española. Alberto, un cantautor, le ha prometido a su madre en el lecho de muerte que buscará a su hermano desaparecido al nacer y al que dedica una canción titulada ‘El pañuelo de seda’. Una periodista le ayuda en el empeño. Un juez, que ha sido criado en un convento, oye la canción y queda trastornado.

El magistrado, sin embargo, colabora con el régimen y se ve obligado a firmar la prohibición de abrir los archivos que la abadesa guarda bajo llave y a los que ha dedicado su vida de maldad, tras el movimiento de protesta que encabeza el cantautor. Como es previsible, el juez es el hermano que Alberto busca, pero solo lo sabrá cuando agonice tras ser asesinado por Morales, el jefe de policía, que le ha utilizado en su empeño por encubrir la verdad y defender un pasado dictatorial y violento.

La trama se complica innecesariamente en el cuarto acto con el secuestro de la hija del juez lo que alarga excesivamente la ópera. Pero los mayores problemas son la poca definición de los personajes y la falta de profundidad y de poesía. Traducida al castellano, el lenguaje es de una gran pobreza. Frases como la dicha por el juez a Morales. “No olvides la independencia de los jueces” suena falsa. Y a Morales, lo único que se le ocurre decir cuando descubre que Alberto y el juez son hermanos es: “¡Mierda!”. El repetido uso de la palabra “sistema” para describir la perversidad del régimen suena totalmente artificial.

Kolonovits es un compositor muy conocido en Austria. Su formación musical le llevó primero al rock y al pop para entrar después en el mundo de la clásica. Es autor de varios musicales estrenados en Viena y también se ha dedicado al crossover. Asimismo, es productor y arreglista. La partitura de ‘El Juez’ resulta difícil de definir. Es una mezcla de verismo. Hay notas orientalizantes de ‘Turandot’, de Puccini, pero también del Mascagni más a ras de suelo. Hay ecos de Broadway y del mundo pop. La pandereta y las castañuelas (cuando se canta la palabra país) dan un innecesario toque hispánico a la obra.

Carreras no subía a un escenario para representar una ópera desde hace 15 años. El papel del juez está hecho a medida de sus posibilidades vocales actuales. Con fragmentos más declamados que cantados, se mueve en las notas centrales de su tesitura. Pese a estas limitaciones su interpretación da vuelo a la obra. El resto del reparto es el que lo estrenó en Bilbao. En Erl tuvo un resultado excelente, muy meritorio considerando el pobre perfil de los personajes a los que dan vida.

Ana Ibarra (Abadesa), José Luis Sola (Alberto) y Sabina Puértolas (la periodista) demostraron tener unas cualidades técnicas y vocales de muy alto nivel. Una línea melódica muy plana para el papel de Morales no ofreció grandes posibilidades de lucimiento a Carlo Colombara. La orquesta era la del Festival del Tirol, creada por Gustav Kuhn, dirigida en esta ocasión por David Giménez. También cantaba el Coro Rossini.

Emilio Sagi firmó la puesta en escena de Bilbao. La de Erl es una adaptación al escenario del teatro tirolés. Aquí mantiene el ambiente oscuro de la obra, pero le falta el aspecto claustrofóbico dado que técnicamente no se podían cerrar los lados del escenario.

Los problemas que presenta la ópera no fueron obstáculo para que el público aplaudiera con entusiasmo no solo a Carreras, sino a todo el reparto que tan bien supo defender ‘El juez’.