Alerta mundial por una epidemia

El ébola, lejos a pesar de todo

En Occidente, la tecnología y la organización hacen que el riesgo de transmisión del virus sea bajísimo

JORDI CASABONA

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El nombre del virus ébola proviene del río de ese nombre que hay cerca del poblado de Yambuko, donde en 1976, en el Zaire devastado por la dictadura de Mobuto Sese Seko, se declaró el segundo brote documentado de fiebre hemorrágica por esta infección. El virus se transmite por contacto directo entre personas, y por lo tanto las condiciones de vida y de los servicios sanitarios determinan la rapidez y el patrón de propagación. El hecho de que habitualmente los brotes estén geográficamente focalizados y la alta letalidad de la enfermedad, sin embargo, hacen que esos brotes tiendan a autolimitarse pronto. En cualquier caso, sus repentinas apariciones, la falta de tratamiento y el dramatismo de los síntomas han convertido esta infección en el paradigma de la epidemia perfecta moderna y ha inspirado numerosas novelas y películas, como el superventas The Hot Zone (La zona caliente en la versión castellana), de 1994, sobre los hipotéticos orígenes del virus, y la película Outbreak (Estallido en la versión castellana), de 1995, donde una serie de infortunios -incluyendo secretos militares sobre la guerra biológica- provocan un brote de fiebre hemorrágica en un pueblecito de California.

El actual brote es especial por la amplitud  del territorio involucrado, que de momento incluye cuatro países de África Occidental (Sierra Leona, Liberia, Guinea y Nigeria), y con 1.848 casos detectados y un 54% de letalidad ya es el más grave de todos. Para disminuir su impacto, las únicas medidas de que disponemos actualmente son las básicas de salud pública: sistemas de alerta, estrategias de educación y comunicación, detección precoz de los casos, establecer zonas de cuarentena para personas y poblaciones potencialmente expuestas y disponer de un buen sistema asistencial para apoyar a los enfermos con seguridad para los profesionales. El hecho de que el 9 de agosto la OMS considerase la epidemia una «emergencia de salud pública internacional» debería ayudar a movilizar la voluntad política y los recursos para implementar esas medidas, pero en el contexto donde se está produciendo la epidemia no es fácil. Las condiciones sanitarias son malas, y establecer la cuarentena de amplias zonas es logísticamente difícil; el cierre de fronteras y las restricciones de vuelos comerciales tienen importantes consecuencias sociales y económicas. Son decisiones difíciles, pero la OMS debería haberlas tomado antes. Ahora, el futuro del brote dependerá del número de países finalmente afectados y de la capacidad sanitaria y logística que se genere a nivel local.

El ébola es mediático porque genera miedo, y en definitiva Occidente se sigue preguntando si la epidemia puede llegar hasta aquí. Además, el hecho de que sea la primera vez que se repatrían enfermos a EEUU y Europa ha hecho que estas operaciones hayan tenido una impresionante cobertura en los medios. Pero, en definitiva, se trata de aplicar los procedimientos de seguridad biológica que todos los países deben tener preparados, con instalaciones adecuadas, equipos formados y protocolos ensayados. Tenemos la tecnología y la capacidad organizativa para que no haya problemas. Por eso hay que estar alerta, pero evitando el exhibicionismo, que en ningún caso contribuye a comunicar el bajísimo riesgo de transmisión que tenemos aquí.

Pese a la muerte de Miguel Pajares -una persona mayor y con la enfermedad avanzada-, sabemos  que en nuestro contexto sanitario las probabilidades de sobrevivir a la enfermedad son mucho mayores. Por eso estos días seguiremos poniendo el énfasis en la posibilidad de disponer de un tratamiento o una vacuna eficaces -que de momento generan más incógnitas que respuestas-, pero volveremos a olvidar que la principal causa de los brotes de ébola (como del millón y medio de muertes anuales por tuberculosis, infección, recordémoslo, que se cura con antibióticos) son las extremas condiciones de pobreza y la debilidad de los sistemas de educación y salud de las poblaciones afectadas. Excepto las pocas infecciones que son potencialmente erradicables, la realidad se empeña en decirnos que incluso disponiendo de herramientas biomédicas eficaces y baratas, estas tienen poco impacto si no mejora el contexto económico y social.

Todo apunta a que este brote se alargará todavía unos meses y que el número de muertos seguirá subiendo. Es probable que se llegue a detectar algún viajero internacional afectado y que haya que repatriar a más occidentales, e incluso es posible que nos demos cuenta de que en un mundo globalizado las fronteras no son tan contundentes como solían ser, y que por tanto las extremas desigualdades nos perjudican a todos. Es posible, pero en todo caso lo haremos desde la comodidad de saber que pese a todo, por muchas razones, el ébola sigue estando lejos.