La clave

Pujol, solo ante el espejo

JOAN MANUEL PERDIGÓ

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El colapso de la economía española a raíz de la crisis y el progresivo hundimiento del sistema político nacido en la Transición han sido analizados por diversos expertos. Una de las descripciones que mayor fortuna han hecho es la de César Molinas  al explicar el papel de las denominadas élites extractivas, enquistadas en el sistema político y las estructuras del Estado, que se alimentan de la captura de riqueza ajena en connivencia con el capitalismo castizo, aquel que vive del BOE, de los mercados cautivos y de regímenes tarifarios que castigan a consumidores y empresas. En definitiva, lo que Pablo Iglesias denomina la casta.

Muchos llegaron a creer que eso era un fenómeno típicamente español, con escasa penetración en el ecosistema catalán. El colapso de las cajas ya nos ofreció una clara imagen de que las cosas no eran así. Ahora, sin duda, el caso Pujol arroja más luz sobre el asunto. Pero más allá del desengaño de los seguidores de toda la vida del expresident al conocer que el líder histórico era un conspicuo defraudador, habrá que convenir que lo más grave está por llegar.

De Prat a Berlusconi

Las investigaciones judiciales y policiales sobre la familia Pujol permiten empezar a constatar lo que ya se  intuía. El clan habría trabajado como una efectiva máquina extractiva que durante décadas no dejó rincón sin husmear. Estos días en que andan recluidos en la red de casas familiares de la Cerdanya, sería ilustrativo conocer los diálogos entre los protagonistas. Los reproches mutuos,  los lamentos, la estrategia para minimizar daños... Pero por encima de todo sería interesante saber qué se dice el patriarca cuando se mira en el espejo. ¿Se reconoce en el niño del Tagamanent, en el treintañero de la celda de Zaragoza, en el cincuentón que clamó tras Banca Catalana «a partir de ahora, de ética y moral hablaremos nosotros»? ¿Qué se dice ese hombre que se veía en la cúspide del santoral catalanista junto a Prat de la Riba Macià y ahora se ve condenado al infierno cual Berlusconi? Y ni esa comparación es buena, porque el viejo truhán italiano aún es capaz de arañar el 20% de los votos. Porque él nunca pretendió moralizar  a nadie, se conformaba con que los jueces no le pillaran.