La rueda

Cosas que no serán noticia

LLUCIA RAMIS

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Este verano, un niño dará sus primeros pasos, una chica plantará a su novio dos semanas antes de la boda, cuatro amigos jugarán al dominó todas las tardes y alguien probará el helado de lentejas. Será el primer verano de Aina, el primero sin Tito, también faltará el abuelo, y la abuela irá cada día a nadar.

A uno le picará una medusa, a otro los mosquitos, otro resbalará de la tabla de surf y se hará un arañazo en la pierna, habrá más de cien que pasen demasiado tiempo bajo el sol sin protección y se les pelará la nariz. Por las noches, se oirá el zumbido de los aparatos de aire acondicionado en la ciudad y, en el pueblo, estridularán los grillos.

Las olas de calor y los accidentes serán noticia, pero hacer toples ya no, aunque seas famosa. Los pechos han dejado de vender. También será noticia lo que no lo es porque ya sabemos qué pasará: la reunión entre Artur Mas y Mariano Rajoy, un oportuno 30 de julio como el año pasado lo fuera el 1 de agosto para que el presidente del Gobierno mencionara a Bárcenas por primera vez y los suyos le aplaudieran. Entonces nada cambió, pero no se hablaba de otra cosa.

No será noticia el precio del melón, ni el libro que leerás en el avión, ni tampoco un día cualquiera de rebajas, ni la cerveza que te tomas mientras los murciélagos se dejan caer desordenados, ni los paseos en barca. Echo de menos esos veranos en los que era verano de verdad, y no una prolongación acalorada de recortes, motines en el hospital, subidas en la factura de la luz y desahucios, el momento de aprobar leyes antiaborto con estivalidad y alevosía.

Eran otros tiempos. Entonces los veranos nos daban un descanso y cualquier cosa -la concesión de un chiringuito de playa, la estética de los turistas, el sopor de una mosca- era susceptible de convertirse en noticia.