Editoriales

El desafío de la ley de la dependencia

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La tozudez de las cifras acostumbra a desmontar la propaganda oculta tras las palabras. En su intervención del pasado día 6 en el curso de verano de la Fundación FAES Mariano Rajoy afirmó que el sistema de dependencia «atiende a más gente» que cuando el PP llegó al Gobierno en el 2011. Apenas nueve días después, el Observatorio de la Dependencia viene a desmentir al presidente con los datos en la mano: desde que el PP ganó las elecciones hay 1.810 personas atendidas menos. Este organismo, además, advierte que se ha perdido una media de casi 3.500 beneficiarios al mes durante este año y que si se ha reducido la lista de espera no es por el incremento de atendidos, sino de la suma de retirar el derecho a personas de primer grado y de las bajas de los fallecidos mientras esperaban la primera ayuda. El Observatorio insiste además en la pobre financiación del Estado a las comunidades, seis de las cuales (entre ellas Catalunya) suspenden el examen de la dependencia.

Este negro panorama requiere una reflexión urgente de lo que se está haciendo mal. Aun en tiempos de crisis aguda, el sistema de protección social no puede entenderse solo desde las cuentas de resultados, sino del coste y del sufrimiento que afecta a las personas más vulnerables de la sociedad. En definitiva, la prioridad en el gasto público marca la calidad democrática de todo el sistema y la mejora del sistema de dependencia es en ese sentido un desafío colectivo que hay que abordar sin trampas estadísticas.