OPNINIÓN En contra

Un fallo con exceso de 'buenismo'

JOSÉ MARÍA FUSTER-FABRA

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Considerado lector:

Me gustaría para empezar que hiciese usted un simple ejercicio mental. Imagínese la escena de los diputados intentando entrar en el Parlament de Catalunya, la de una diputada a la que le pintan un abrigo, a otro diputado pidiendo auxilio en la entrada de la institución, y que el presidente de la Generalitat no puede llegar por la forma ordinaria al propio Parlament.

Imagínese que quien realiza estos actos absolutamente intolerables son una panda de salvajes que portan esvásticas o símbolos fascistas. Imagínese la indignación que con razón este hecho hubiese provocado y la contundencia de las declaraciones con las que se hubiesen expresado los diputados.

Los hechos sucedieron así en aquel junio del 2011, solamente que quienes los protagonizaron no eran una panda de salvajes fascistas, sino grupos alternativos con los que existe una especie de manto social de buenismo que hace que sus actos se vean de otra manera.

Para mí resulta peligroso que unos mismos hechos se juzguen o se valoren de una manera u otra en función de quien los cometa.

La sentencia de la Sección Primera de la Audiencia Nacional, relativa a estos incidentes ante el Parlament ha sido dictada por tres magistrados de considerable experiencia y prestigio, no obstante no lo han hecho de forma unánime; en la misma hay un voto particular emitido por Fernando Grande-Marlaska que hace un razonamiento como mínimo tan impecable como el redactado de la sentencia final.

Podría entrar en consideraciones jurídicas en defensa del mencionado voto, pero me temo que el lector se perdería en ello. La Audiencia Nacional es una impecable institución que ha tenido un papel fundamental en el fin del terrorismo etarra, todos los jueces firmantes de esta sentencia han tenido un papel relevante en este encomiable logro, pero no es menos cierto que también en ocasiones la Audiencia Nacional cae en un exceso de buenismo a la hora de valorar determinados hechos.

Claro que si hemos de ser sinceros tampoco el testimonio de los diputados ayudó en gran medida a los jueces. Todos recordaremos en televisión a algunos de ellos casi pidiendo perdón por testificar o quitándole relevancia a los hechos.

No obstante hubo algunas declaraciones bastante contundentes, un diputado explicó cómo le quitaron el maletín que portaba y que solo al final pudo introducirse en una furgoneta antidisturbios, otro explicó cómo le lanzaron botellas de agua y se sintió coaccionado porque no le dejaron entrar en el Parlament, otro habló de escupitajos y como solo debido a la intervención de los agentes antidisturbios pudo acceder a tan alta institución. Todo ello sin contar con los vídeos que ya han sido reproducidos repetidamente en diferentes medios de comunicación.

El exceso de buenismo es un error que las sociedades democráticas pueden acabar pagando muy caro, porque mas allá de quienes realicen determinados actos violentos, la violencia es siempre violencia, la realice quien la realice, y al final con estos temas los errores acaban pagándose caro.