El futuro de la capital catalana

Por un nuevo 'maragallismo'

Es el momento de una propuesta nacional y social que renueve el legado del mejor alcalde de BCN

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ORIOL AMORÓS

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Barcelona tiene hoy la gran oportunidad de convertirse en la capital de un nuevo país. La libertad está cerca y no podemos fallar. Tenemos el deber de hacer las cosas con rigor, dando la mano a todo el mundo para que nadie se quede atrás y alcanzar juntos nuestro horizonte. Queremos ser la ciudad con más justicia social, donde el parado gane la libertad al encontrar un trabajo, el joven sin recursos gane la libertad de matricularse en una buena universidad y la persona mayor que se sienta sola obtenga la libertad de una vida digna.

En su momento, con el alcalde Maragall, pudimos vivir la emancipación de las antiguas villas del plan de Barcelona, que habían quedado cubiertas de una capa gris homogeneizadora en la noche del franquismo, y con la democracia se ganaron las calles para la gente y volvieron a ser espacios de encuentro e identificación. Ahora ha llegado la hora de dar un paso más: tenemos que hacer más habitable el conjunto de la ciudad. Necesitamos ejes cívicos por los que podamos cruzar la ciudad a pie o en bicicleta, reducir la contaminación y hacer que el comercio de barrio florezca de nuevo. Se trata de hacer ejes del mar a la montaña (de la Barceloneta a Collserola), del Llobregat al Besós (Montjuïc, Ciutadella, Glòries, Sant Andreu-Sagrera) y también en el corazón de la ciudad, del centro a Sant Antoni.

Los ciudadanos debemos ver la calle como si fuera el recibidor de casa, y ningún barrio debe ser considerado periferia. Por eso proponemos una Barcelona sin fronteras con el Besòs como punto de encuentro, Collserola bajando a la ciudad, de cara a L'Hospitalet y no de espaldas, abierta al mar también de la Barceloneta a Montjuïc y de la Mar Bella el Fòrum. Y, mediante un gran impulso a la rehabilitación, ganar la quinta fachada, las azoteas, como espacios verdes y comunitarios.

Todo esto lo tenemos que hacer desde la izquierda. En Barcelona vuelven a ganar las izquierdas, pero unas nuevas izquierdas. Por primera vez después de 78 años, ERC ha ganado unas elecciones en Barcelona. Ese espacio de izquierdas, cosmopolita, catalanista y federalista que supo aglutinar Maragall en los años 90 se ha transformado. Ahora, la mayoría de ciudadanos de Barcelona son progresistas y, también por ello, defienden el derecho a decidir de nuestro país. ERC puede ser el eje de este espacio y nuestro reto es aunarlo todo. Hay que sumar a todas las personas que tantas aportaciones han hecho desde partidos de izquierdas, entidades, empresas o movimientos sociales y hoy hacen una apuesta firme para ganar un nuevo país. Para sumar, debemos trabajar duro, escuchar y ser generosos. Si el día antes de las elecciones sumamos la mayoría social, al día siguiente seremos mayoría política.

Sumar juntos y estar con la gente. Hablando de trabajo y poniendo la prioridad en las más de 100.000 personas paradas en la ciudad. Hay que reindustrializar Barcelona en la Verneda alta, Bon Pastor y Baró de Viver, creemos puestos de trabajo en el comercio con los ejes cívicos, con el impulso a la rehabilitación de viviendas, con el clúster del clima y las energías limpias, con el conocimiento alrededor de nuestros grandes hospitales y universidades. Pero creemos, también, puestos de trabajo directos: tras seis años hay muchos parados de larga duración y requieren una labor de servicio a la comunidad pagada por el Ayuntamiento. Con solo dos terceras partes del superávit de 2013, podemos crear ocho mil puestos directos.

Pondremos acento en la educación. No puede haber libertad sin una ciudadanía formada, con espíritu crítico y culta. Obtendremos el éxito escolar si volcamos la energía, como en los 90 hicimos con el deporte, ayudando a las escuelas, institutos y a sus alumnos. Hay que escuchar a los centros que están obteniendo mejores resultados, identificar sus prácticas de éxito y extenderlas al resto. Transformar con los maestros por delante. Y recuperar la sexta hora en las escuelas públicas.

Pero Barcelona no será nunca la capital libre del nuevo país si no logra una distribución equitativa de la atención que las personas requieren. Debe tener un sistema público de atención social, que piense en todas las personas vulnerables. Debe mantener y ampliar los servicios sociales para acompañar el conjunto de la sociedad.

Ahora es el momento de hacer una propuesta política nacional y social que renueve el legado de Maragall, el mejor alcalde que ha tenido Barcelona. Con el nuevo maragallismo queremos salir adelante, pisaremos las calles, escuchando y compartiendo propuestas con las más de 5.000 entidades de la capital. Debemos ser activos, creativos, rigurosos y abiertos. Para convertirse en la primera fuerza política, gobernar la capital y hacer la Barcelona de las personas libres.