Gente corriente

José Antonio García: "Es un milagro poder ver a Aznavour a estas alturas"

Nació el mismo día que Charles Aznavour y hoy, con 90 años cumplidos, irá al Liceu a verle.

«Es un milagro poder ver a Aznavour a estas alturas»_MEDIA_1

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LUIS TROQUEL

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José Antonio García Montanero nació el mismo día, mes y año que Charles Aznavour. El 22 de mayo ambos cumplían nada menos que 90. Esta noche, uno estará cantando en el escenario del Liceu y el otro en la platea.

-Me regalaron la entrada por mi cumpleaños. No es que sea gran conocedor de la chanson. Solo tengo algún disco de Édith Piaf y pude ver a Juliette Gréco en una sesión matinal, en el Palacio de los Deportes. Pero siempre me han ilusionado ciertas coincidencias: ser del mismo año que Mastroianni y Marlon Brando, o del mismo día y mes que Wagner. Y Aznavour me parece casi de la familia [Risas]. Y lo veré además en el Liceu, al que tantísimo he ido y que cambió mi vida.

-¿Tanto le gusta la ópera?

-Prefiero la música sinfónica. Seguro que el Palau de la Música me ha dado más alegrías en ese sentido, pero es que en el Liceu conocí a la que sería y sigue siendo mi mujer. Me quedé por ella en una ciudad a la que había llegado un año antes temporalmente.

-¿Por motivos laborales?

-Paradójicamente, era mi puerta al mundo: vine a concluir mis estudios para marino mercante. Sin embargo, tuve que dejarlos por problemas en las vías respiratorias. Por cierto, el día que llegué a Barcelona, el 2 de enero de 1952, me enteré que daban Tristán e Isolda en el Liceu y me metí de cabeza.

-¿Con qué obra conoció a su mujer?

-Entonces hacían los llamados Conciertos de Cuaresma y todavía recuerdo el programa: unos espirituales negros, el Concierto para piano nº 3 de Beethoven, el Romeo y Julieta de Chaikovski y la Primera de Brahms. Con dos intermedios, y como entonces en el quinto piso habían largos bancos y no butacas separadas, propiciaba hablar con quien tenías al lado. Al salir quedamos para vernos otro día y... acabamos formando una familia.

-Le apasiona la música, y también el cine y la literatura. ¿No pensó nunca en dedicarse?

-Seriamente nunca. Y eso que de casualidad hasta salí en una película de Edgar Neville: Correo de Indias, donde tenía un papelito de grumete. Recuerdo que yo conocía mucho a Paco Rabal, pues vivíamos en el mismo barrio de Madrid. Él ya iba para actor y encontró trabajo como electricista en los estudios Chamartín.  Cuando le dije lo de la película envidiaba mi suerte. ¡Y mire luego!

-¿Conoció a más celebridades?

-Tuve cierto trato con mucha gente destacada del mundo de la industria, el espectáculo y la política por mi trabajo en Seat, en el que por cierto, tenía como compañero, y amigo, a Jorge Valls, hermano del pintor y tío del actual primer ministro de Francia.

SEnDQuizá es el momento de desvelar que quien le hace esta entrevista es su propio hijo.

-Como te dio por hacerte llamar Troquel...

-Y eso que entonces yo no tenía ni idea de que mi abuelo confeccionaba troqueles.

-En realidad él tenía una fragua, con bastantes trabajadores: unas instalaciones que durante la guerra un bombardeo destruyó. Era un artesano, y aun jubilado, no abandonó del todo su profesión: confeccionaba en casa cosas que requerían menos infraestructura, sobre todo troqueles. Aunque no sé a quién puede interesarle esto. Ni una entrevista conmigo: ¡con la vida tan poco destacada que yo he tenido!

-Es que justamente es para la contraportada, para la sección Gente corriente.

-Entonces le hago pleno honor, y conforme con ello; aunque uno siempre hubiese querido conocer más cosas, o lugares…

-¿Cuál es el que más le ha gustado?

-Venecia, me impresionó mucho.

-Disfrutará pues esta noche, cuando Aznavour canté Venecia sin ti.

-Y tanto. Es un verdadero milagro poderle ver, a estas alturas, sobre un escenario.