Estudio de análisis social

¿Qué valores valen, ahora y aquí?

El retorno a principios y fundamentos esenciales alimentaría toda perspectiva de vida de calidad

DANIEL ORTIZ

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Cuando hablamos de desarrollo económico y de la competitividad de nuestras empresas, con demasiada frecuencia se tiende a pensar solo en términos de conocimiento, capacidad de producción o infraestructuras físicas (universidades, centros de investigación, tejido empresarial, puertos, aeropuertos, redes ferroviarias...). Es decir, hacemos referencia al hard, pero casi siempre tendemos a olvidar el soft: los valores, las actitudes, el propósito y la mentalidad de nuestros profesionales y empresarios, los cuales, en última instancia, son los que determinan sus comportamientos y decisiones. En sintonía con la evolución del mundo occidental, también hemos puesto el foco en la racionalidad instrumental y hemos dejado de lado los fines. Nos hemos centrado en el cómo y hemos prescindido del porqué.

Con el título sugerente de Tiempo de regeneración, tiempo de reconexión, se ha presentado el Anuario de los valores 2013, trabajo pionero en Catalunya, elaborado por la Cátedra de Liderazgos y Gobernanza Democrática de Esade (dirigida por el profesor Àngel Castiñeira) y promovido por la Fundació Lluís Carulla. Y es que, si bien es cierto que, como se dice en la presentación, «debería ser normal que en un país cada año se haga balance de cuáles han sido los grandes debates socialmente compartidos que hagan referencia a los valores, referentes ineludibles de toda dinámica social», lo cierto es que el estudio, debate y difusión de todo lo relativo a la cuestión axiológica aún es algo minoritario.

El estudio analiza desde esa perspectiva los ocho temas de debate de más trascendencia mediática en nuestro país en el 2013. Ordenados de forma jerárquica, son la corrupción política en España y en Catalunya, el proceso soberanista, la crisis económica y los recortes sociales, las llamadas primaveras árabes en el Magreb, la emergencia de la sociedad civil, el conflicto entre libertad y seguridad en relación a las TIC (tecnologías de la información y la comunicación), liderazgos y valores (Thatcher, Mandela...) y las movilizaciones en defensa del derecho a la vivienda. Se trata de ver cómo se ha abordado cada una de estas cuestiones, a qué reflexiones y mensajes ha dado lugar y, en definitiva, desde el punto de vista de los valores asociados a estos grandes debates, cuál ha sido el resultado del proceso y qué reflexiones ha hecho aflorar.

Muy resumidamente, las conclusiones del informe son las siguientes. Primero, todo parece indicar que los modelos preexistentes (políticos, económicos y sociales) han entrado definitivamente en declive, pero nadie sabe cómo serán los nuevos. Segundo, vivimos inmersos en una serie de crisis multidimensionales en las que el común denominador es una crisis profunda de legitimidad de los poderes y las instituciones. Tercero, las disfunciones sistémicas amplían la distancia entre las instituciones y una ciudadanía que cada vez está menos dispuesta a aceptar los casos flagrantes de injusticia social. Cuarto, la actual crisis de autoridad es, en realidad, una crisis del poder establecido, que la ciudadanía percibe como enrocado en su propia supervivencia, la defensa del statu quo y los privilegios. Quinto, con los mecanismos institucionales gravemente dañados y faltos de credibilidad, la sociedad civil reinventa la manera de hacer sentir su voz y busca formas alternativas de hacer política. Sexto, se reivindica un retorno a valores esenciales como la honestidad, la verdad, la democracia, la justicia, la equidad, la responsabilidad y la dignidad, dado que hay una elevada percepción social de desconexión respecto de estos valores. Séptimo, todo lleva a pensar que la única salida pasa por una reconexión, individual y colectiva, entre los valores proclamados y las prácticas vividas, de manera que nos permita vislumbrar nuevos horizontes y recuperar la esperanza en un futuro mejor.

En suma, volver a poner sobre la mesa la cuestión de los valores -o, mejor dicho, otorgarle un lugar destacado en las agendas política, empresarial y mediática- puede ser una de las mayores contribuciones del presente, ya que los expertos consideran que «los valores sólidos siguen siendo el fundamento de toda perspectiva de vida de calidad». En este sentido, además de las propuestas tecnocráticas necesarias para superar las crisis, los autores afirman: «Puede suceder muy bien que ahora sea, pues, tiempo de volver a los fundamentos, de reconectar con nuestros valores básicos, tiempo de volver a confrontarnos con ellos, de pensar, de hablar, de preguntarnos qué tipo de relación queremos tener, hasta qué punto estamos dispuestos a incorporarlos a nuestras vidas, a nuestra manera de hacer, hasta qué punto queremos comprometernos con ellos para encarnarlos, para hacerlos reales, operativos».