¿Prórroga o refundación?
Albert Sáez
Director de EL PERIÓDICO
Soy periodista. Ahora en EL PERIÓDICO. También doy clases en la Facultat de Comunicació Blanquerna de la Universitat Ramon Llull.
La coronación de Juan Carlos I puso en marcha la transición política española. Nadie imaginó aquel día ni la profundidad ni la velocidad de los acontecimientos que se iban a suceder en los tres años siguientes hasta la aprobación de la Constitución de 1978. Algo aparecido puede ocurrir hoy. La estabilidad institucional está garantizada y los mecanismos de la sucesión previstos. Pero hay margen para la política porque hay actos políticos que completar.
El primero, la aprobación de una ley Orgánica que, de acuerdo con las previsiones constitucionales, regulará el acceso de Felipe de Borbón a la jefatura del Estado. Esta votación se produce en un contexto --aunque nada tenga que ver con ello como afirma la Casa Real-- de crisis económica que amenaza con convertirse en crisis política aunque sin riesgo de estallido social. La situación económica es globalmente mejor que en 1977 pero la reacción del sistema político ha sido y es de una lentitud exasperante respecto al sufrimiento de los millones de españoles que han llegado a la pobreza venidos del bienestar. Y esa aparente pasividad sumada a la sensación de impunidad respecto a la corrupción (que ha llegado a los aledaños del jefe de Estado) y las condiciones del rescate de la banca han generado el caldo de cultivo de las propuestas políticas que, finalmente, hace solo siete días sorprendieron a la clase dirigente que esperaba el auge de UPyD, de Ciudadanos y de ERC pero no de Podemos y de Izquierda Unida al unísono. Estos resultados, sumados a la desafección del catalanismo tras la revocación de un Estatut refrendado por el Tribunal Constitucional, son el contexto de esta abdicación, de manera que la votación de esa ley orgánica -asegurada por el apoyo de PP y PSOE- no deja de tener una cierta transcendencia.
¿Qué votará Convergència i Unió cuando Miquel Roca, su representante en 1977 en Madrid, lleva un par de años dando por roto el pacto constitucional? ¿Conseguirá Duran vencer las resistencias de CDC a votar a favor del nuevo jefe del Estado y dejar más campo libre a ERC? ¿Qué votará el PNV ahora que acaba de apoyar el derecho a la autodeterminación con Bildu? ¿Qué votará Izquierda Unida si su diputado Alberto Garzón llamó enseguida a ocupar las plazas por la Tercera República para evitar otra tarde de gloria de Pablo Iglesias? Si el sistema político -la suma de los partidos, las instituciones y el Ibex-35- solo pretende prorrogar la situación actual es suficiente conseguir la mayoría necesaria. Si se quiere aprovechar la circunstancia para refundar la democracia española, sería necesario recuperar la palabra mágica de 1978: consenso, algo más que la mayoría.
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