El manejo de recursos ajenos

Frente a la corrupción

Toda organización debe recurrir a la ética y los valores cuando detecta casos de mala praxis

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JOSÉ MARÍA VERA

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Cuantos más casos saltan y cuando veo la evasiva respuesta desde las instituciones, menos entiendo la lucha contra la corrupción en este país. Soy director de una organización con más de 80 millones de euros de presupuesto, que cuenta con el apoyo de más de 200.000 socias y socios. Sabemos que transmitir ilusión y ser creíbles es la base para mantener este apoyo social. Y es precisamente la credibilidad lo más complicado de construir y lo más fácil de perder en una sociedad exigente con el buen uso de los recursos.

HACE UNOS  meses nuestros controles detectaron un caso de fraude en Mauritania. Se trataba del administrador de la base de Kaedi, desde la que aseguramos agua a miles de refugiados malienses que han buscado seguridad cruzando la frontera. El lugar es realmente frontera, no hay nada más que personas, hambre, sed y ganas de vivir. Casi nada. A pesar de que tenemos procesos serios, lo extremo de ciertas situaciones (sin bancos, sin apenas proveedores...) da pie a que pueda darse algún caso de corrupción, excepcional y que supone un porcentaje ínfimo del presupuesto. Unos controles cada vez más férreos nos permiten ponerle freno y detectarla si se produce. Tenemos un servicio de auditoría interna que tiene acceso sin avisar a cualquier programa y reporta directamente al patronato, máximo órgano de gobierno de la fundación.

En el caso de Mauritania se tomaron medidas dirigidas a clarificar los hechos y su alcance, obtener pruebas para la inculpación y detectar potenciales complicidades y procesos fallidos. Asimismo, se informó a las instituciones públicas que financiaban los programas en la zona. La persona implicada fue denunciada ante la justicia mauritana, escapó y logramos una orden de busca y captura de la Interpol. Perseguirla nos va a costar tanto o más dinero que el que robó. Sin embargo, no me pasa por la cabeza otra alternativa. Un robo no puede quedar impune ni tapado. Hemos revisado el caso, identificado responsabilidades y asegurado de que los procesos se fortalecen para evitar que vuelva a ocurrir de la misma forma.

No considero que seamos excepcionales en la lucha contra el fraude y la corrupción cuando aparece en nuestra organización, ni pretendo dar lecciones a nadie. Es que no concibo otra alternativa que actuar con toda la contundencia. Por valores, por credibilidad y por ejemplaridad ante comportamientos de este tipo.

Lo que me lleva a la incomprensión cuando veo a instituciones, empresas, partidos y otros que:

1.- Ocultan información, ponen trabas a la justicia, escabullen responsabilidades y buscan la impunidad.

2.- Retuercen la ley, blindan privilegios y utilizan cualquier resorte para influir en la justicia de forma que beneficie a las personas corruptas de sus organizaciones.

3.- Solicitan -y logran- que el Gobierno indulte a personas condenadas o se detenga su ingreso en prisión mientras se considera ese indulto, y mantienen a personas imputadas en parlamentos.

4.- Minimizan lo propio -«Es un intento de desprestigiarnos, es una caza de brujas»- y agrandan lo ajeno -«¿Qué tienen que decir? Esperamos dimisiones»-, un discurso que a estas alturas resulta patético.

5.- Hacen uso completo de las posibilidades que la justicia ofrece a los delincuentes de cuello blanco con recursos (defraudadores, financieros mentirosos, aprovechados de su posición..), con el resultado de que ninguno pisa la cárcel cuando sus delitos han tenido un dramático coste social.

6.- Ilustran sobre la connivencia entre instituciones -especialmente entre el sector financiero y los partidos políticos, véase el indulto a Alfredo Sáenz-, bajo un manto de silencio.

7.- Usan argumentos para bobos dando por sentado que la ciudadanía se lo traga todo. Ante una corrupción sistémica en una organización, ¿cómo pretenden que nos creamos que todo era responsabilidad del director financiero? Como director general me despedirían si tratase de usar ese argumento.

NUESTRA experiencia en países de África y América Latina es larga y sabemos del lastre que supone la corrupción para los países que quieren avanzar en su desarrollo. El mismo lastre que hunde a nuestro país en el bochorno y drena recursos hacia la élite defraudadora. Deberían ser la ética y los valores lo que les hiciera actuar con ejemplaridad cuando aparece un caso de corrupción en sus organizaciones. No parece que sea esto lo que les mueve, así que al menos háganlo por credibilidad, que es su principal activo. Ustedes saben que la ciudadanía está desilusionada. Sean los primeros en actuar contra la corrupción que tienen en sus casas, por favor.