¡'Play it again, Pancho'!

MIQUEL CARRILLO

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Esta semana hemos sabido por la prensa, que el Govern de la Generalitat lleva ya invertidos algo más de un millón de euros en una organización que la asesora en el proceso hacia la independencia. La mentada entidad, al parecer sin ánimo de lucro y cofinanciada por gobiernos de otros países interesados en procesos democráticos internacionales, guía a nuestros próceres por el buen camino, indicándoles a qué puertas llamar o directamente dándoles las llaves para abrirlas.

Por dicha suma, con la que, dicho sea de paso, ninguna ONG catalana equivalente a la susodicha habría podido contar en una única subvención, ni en los mejores tiempos de la cooperación, ya pueden ser buenos 'sherpas'. La diferencia, creo yo, debe de estar en el hecho de que son 'asesores'. Un asesor, lo imagino porque nunca he gastado ni fumado de eso, debe de ser algo así como un mariachi:

-- Óigame, ¿se pueden 'Tres Regalos'?

-- ¡Cómo no, caballero!

-- ¿Ve a aquella señorita de pelo castaño, sentada al fondo?

Entonces el tipo, seguido de su cohorte, también asesores o mariachis, qué más da, se iba hacia la mesa del fondo con sus cinco pesos en el bolsillo de su chamarra llena de botones relucientes. Se plantaba ante el oscuro objeto del deseo de uno, disponía a su equipo en posición de combate, anunciaba discretamente quién les enviaba, se ajustaban el sombrero y los pantalones, y atacaban el bolero con todos los fierros. Existía el tiempo justo para intercambiar un brindis en la distancia, y en realidad esa sonrisa, rodeada de efluvios y vapores nocturnos, valía los cinco pesos y todo lo que uno llevaba en la cartera. O eso te parecía en ese momento.

A veces surgía efecto, eso decía la leyenda urbana, aunque yo nunca lo vi. Con los asesores en política me pasa además que nunca entendí por qué todo el mundo los acepta. ¿Se imaginan a cualquier profesional que una vez contratado, pidiera más recursos para contar con otra persona que en realidad es la que sabe lo que hay que hacer? El bochorno viene cuando encima hablan de terceros en público, y aquellos que han sido el objeto de su análisis rebaten a los cuatro vientos lo que los asesores dicen de ellos. Como pasó la semana pasada también con el diagnóstico que otros mariachis han hecho al Govern sobre la postura que tomaría la UE ante la secesión catalana, y que ésta se ha encargado de desmentir fulminantemente. '¿Pero qué sabrá la UE de la UE? Vamos, hombre, ¡que me he asesorado!'

Parece que uno se busca asesores e informes técnicos para que suene la música que quiere oír, reconfortarse con sus propia convicciones y armarse de argumentos, que uno mismo ha encargado hacer a medida. Si usted está 'para cortarse los pulsos' y necesita unas rancheras porque la señorita no atendió a los boleros, puede elegir a otros mariachis, no hay problema. Algo que hacen todos los gobiernos que se precien, no solo el de la Generalitat, y si no vean el traje charro a medida que encargó Cañete para justificar el último plan de cuenca del Ebro. La técnica, jurídica o hídrica, puesta al servicio de la política que la puede pagar, otra cuenta pendiente de nuestro sistema democrático.

Es una lástima porque, al menos en materia de acción exterior, se prefiere contratar a músicos nuevos y prescindir de los que siempre han estado ahí, tocando contra viento y marea o en la cubierta del Titánic. Hay que avisar, no obstante, que tienen criterio y repertorio propio, y no aceptan partituras ni conciertos por encargo. Es la diferencia entre encargar una política exterior y construirla conjuntamente con la sociedad civil.

Me temo que para algunos va a seguir siendo más fácil chasquear los dedos, poner cinco pesos más encima de la mesa y regalarse ad 'libitum' su canción: ¡'Play it again, Pancho'!