Todos locos por Lupita, pero...

EVA PERUGA

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Todo el mundo está enamorado de Lupita Nyong'o. Pero ese «brillo especial» que empujó al director Steve McQueen a ficharla para 12 años de esclavitud acostumbra a quedarse apagado en la meca del cine. La dictadura de la edad es solo una parte de la profunda desigualdad con la que el cine trata a las mujeres y a los hombres. Otra galardonada con la estatuilla este año, Cate Blanchett, se quejó de lo que es moneda corriente: no hay papeles principales para las mujeres. Pero, cuando se trata de féminas negras, la situación empeora aún más.

Lupita explica la dignidad con la que alimenta su papel de Patsey, por el que ha recibido el Oscar a la mejor actriz de reparto. La fuerza de esa dignidad y de ese orgullo de la joven esclava puede ser objetivamente trasladable a otros papeles, otras épocas y otras circunstancias. ¿Por qué entonces el talento de las actrices negras no se ve? Pues exactamente por las mismas circunstancias por las que la contribución de las mujeres de todo el mundo no sale a flote: la estructura está dominada por los hombres, blancos además. En las televisiones -ventana privilegiada al mundo- de muchos países resulta imposible ver reflejada a su población. El modelo es estándar. Da lo mismo que los consumidores, en este caso de cine, no obedezcan a este modelo. El compromiso con el avance social de Hollywood, que en época de elecciones en Estados Unidos se sustancia en aportaciones financieras a los candidatos demócratas, se desinfla como un globo a la hora de la verdad. La lógica con la que se dirigen las producciones es absolutamente excluyente. Si nos referimos a las actrices negras, un estudio sobre las 500 películas más importantes desde la perspectiva de la taquilla nos muestra que solo seis, cinco de dibujos animados, están protagonizadas por ellas. Cuando Lupita declara que al ver a Whoopi Goldberg en El color púrpura asimiló su reflejo en la pantalla, nos advierte en realidad del peligro del vacío existente. ¿La historia de una mujer negra no es interesante? ¿Porque es una mujer? ¿Porque es negra? ¿O porque la historia no vale nada en sí?

La industria del cine soslaya su responsabilidad como fábrica de modelos y de ideales, destinando toda su capacidad de influencia a guardar bajo llave ese mundo real, en el que la mayoría de personas ni son blancas ni son hombres. Su esencia es sexista puesto que no solo explica historias que no hablan de la mayoría sino que sigue identificando a los protagonistas, por tanto a las persona capaces de actuar y decidir, con los varones blancos. En Estados Unidos, la ley de discriminación positiva, por la que también en las películas se deben integrar personas negras, no alcanza a darles protagonismo, de forma escandalosa en el caso de las mujeres. Incluso en muchas cintas se nota que esa presencia se hace para cumplir la ley.

¿Cuál sería pues la dinámica para situar a todo el mundo en igualdad de oportunidades? Pues aquella en la que todo el mundo estuviera representado en la pantalla. Será interesante seguir la carrera de Lupita Nyong'o, parecer ser que ahora en un nuevo capítulo de la saga de La Guerra de las Galaxias. Otras artistas negras pensaran que ellas también pueden mientras la oscarizada siga. Pero será un brillo aislado, único. Y la estela mediática asfixiará la oportunidad de denunciar que esas cinco películas supervivientes del bloque de las 500 más taquilleras no superaron la barrera de las consideradas 200 mejores. Si es cierto que este ha sido el año de la apertura a la diversidad del todopoderoso Hollywood, veremos si resiste la prueba del algodón en el 2015.