En Barcelona, empieza a decidir

JORDI MARTÍ GRAU

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Es nuestro lema de campaña, y lo decimos sin rodeos: 'Empieza a decidir'. Este sábado, el periodista de EL PERIÓDICO Carlos Márquez hacía en un tuit una asociación entre nuestro eslogan y el mítico de las municipales de 1979, 'Entra con nosotros en el Ayuntamiento'. Ciertamente, ¡muy bien visto! Despertar de 40 años de dictadura hacía imaginar una democracia que no se acababa ejerciendo el voto cada cuatro años: la izquierda debía incorporar en su proyecto transformador la energía social de todos los movimientos del antifranquismo. Hoy pasa lo mismo, sociedad y organizaciones sociales van por delante de la política institucional y eso, afortunadamente, no hay aparato que lo detenga. Y cuando esto ocurre, como en los años 80, es cuando la política institucional tiene la posibilidad de abordar transformaciones que sin la energía social serían imposibles. Maragall pudo transformar Barcelona porque, más allá de los votos, notaba el aliento ciudadano a su lado.

Nuestro reto, hoy, es conseguir un nuevo estatus político para el país que invierta los maltratos recibidos por el Estado en términos económicos, políticos y culturales. Barcelona, en esto, también tiene mucho que ver: la concepción de un Estado con una sola capital que centrifuga poder político, económico y cultural debilita la potencia de la capital del país. Sin duda, no será fácil, el adversario es muy potente, pero es incomprensible que Pere Navarro no se dé cuenta de que hoy el problema político del PSC no es ERC ni ICV ni tampoco CiU: el problema político del PSC es su absoluta incapacidad de conectar con la ola ciudadana que hay detrás del derecho a decidir. El eje que va del autonomismo a la independencia, pasando por las diversas modalidades del federalismo, no genera compartimentos estancos de 'hooligans' de cada cosa. Este es, más bien, un camino que va muy transitado en una sola dirección fruto de la actitud cerrada de los populares y de la negativa reiterada del PSOE a aceptar que se pueda votar. Navarro y la dirección del PSC, simplemente, en dirección contraria, convencidos, eso sí, de que cada vez que un socialista cambia de dirección ayuda a fortalecer su proyecto. Los socialistas, ¡no nos lo merecemos!

Con la dirección actual y Pere Navarro es imposible que el PSC gane las elecciones municipales del 2015 

Esto no es el PSC de 1979 y, si seguimos así, no habrá ninguna opción para que las izquierdas recuperen la alcaldía de Barcelona. En resumen: con la dirección actual y Pere Navarro es imposible que el PSC gane las elecciones municipales del 2015.

Todo ello genera un objetivo sobrevenido en estas primarias: deben decidir, sí, el mejor candidato para Barcelona, el que más haya sudado ciudad y sea capaz de afrontar el enorme reto de la desigualdad. Pero también deben provocar un tsunami en el PSC. Hace 20 años que trabajo para Barcelona, dentro y fuera del Ayuntamiento, siempre con la mirada en la calle, nunca al partido. Mi Contrato por Barcelona define las tres prioridades centrales de mi programa para el futuro de la ciudad: combate contra la desigualdad, hacia una capital de Estado y radicalidad democrática en el funcionamiento municipal. Las tres están en el 'Empieza a decidir', pero además sé que adquiero un compromiso añadido: Hacer frente a una dirección que no solo debilita al partido -eso para muchos es poco relevante-, sino al país y su capital.

Decidir votar Jordi Martí es apostar por una alternativa de izquierdas, capaz de sumar a todos aquellos que durante años, en Barcelona y Catalunya, han sido nuestros compañeros de viaje.