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Solicitud de amistad

Risto Mejide

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Se cumplen 10 años de la creación de Facebook, y quisiera por la presente reivindicar algo tan banalizado hoy en día como esas tres palabras que jamás deberían haber sido unidas, ni mucho menos a la ligera, ni mucho menos en una red social.

Por eso, el abajo firmante, en adelante el AMIGATARIO, en pleno uso de sus facultades y sus bibliotecas de los Jóvenes Castores, solicita al lector, en adelante el AMIGADOR, el usufructo y disfrute de su amistad más sincera, haciendo efectivos con carácter inmediato los derechos y obligaciones que se detallan a continuación.

Para empezar, AMIGATARIO tendrá tantos AMIGADORES como pueda cuidar, atender y mantener. Más de cero, es necesario. Más de uno, un lujo. Más de cinco, mentira.

AMIGADOR se COMPROMETE a proveer a AMIGATARIO de su apoyo incondicional, sobre todo cuando este último esté equivocado, cosa que ocurrirá más a menudo de lo habitual. Quede constancia que "apoyar" no significa "dar la razón". Ni mucho menos. Todo lo contrario. Apoyar es quererse en el error. Porque en el acierto todo el mundo se quiere. Por eso no todo el mundo ni puede ni debe amigarse bien.

Asimismo, AMIGADOR deberá ser capaz de rebajar mediante generosas collejas el ego de AMIGATARIO en cuanto éste se suba a la parra por cualquier éxito, triunfo o meta conseguida, cualidad que distingue de un plumazo a los amigos que son para toda la vida de los que no lo son. AMIGADOR valorará a AMIGATARIO por lo que es, jamás por aquello que tiene, ni mucho menos por lo que representa. Si AMIGATARIO empezase a quererse por encima de sus posibilidades o se volviese un imbécil, un creído o un sobrado, AMIGADOR se convertiría automáticamente en responsable solidario de su gilipollez.

La frecuencia de visitas entre AMIGADOR y AMIGATARIO es totalmente irrelevante. Cada vez que se vuelvan a ver, será como si no hubiesen dejado de verse jamás. La verdadera amistad desafía al espacio y al tiempo. La verdadera amistad está incluso cuando no está. Sobre todo cuando no está.

Las conversaciones entre AMIGADOR y AMIGATARIO deberán versar sobre cualquier cosa inútil y trascendental a la vez. Las mejores cosas que ocurran serán siempre las que no sirvan para nada. Y los mejores recuerdos, aquellos que no se pudieron preparar.

El silencio entre AMIGADOR y AMIGATARIO se considerará sagrado y lleno de significados, desde la confianza hasta la reflexión. Por eso jamás resultará incómodo, y nada ni nadie los podrá rellenar.

La única ley vigente entre AMIGADOR y AMIGATARIO es la improvisación y su única jurisprudencia, la espontaneidad. Eso sí, compartirlo, hay que compartirlo todo menos la pareja, la estilográfica y la ropa interior de color blanco.

Admirarse por algo, aunque sea algo pequeño e insustancial, es requisito imprescindible para que AMIGADOR y AMIGATARIO puedan ejercer correctamente sus funciones. En cuanto no haya admiración de ningún tipo, se perderá el interés, las ganas o peor aún, el respeto o la intención.

Las cosas que se cuenten AMIGADOR y AMIGATARIO quedan entre AMIGADOR y AMIGATARIO. Siempre y cuando, claro está, que se decida de mutuo acuerdo que compartirlo con terceros es mucho más divertido, aunque sólo sea para cachondeo de una de las partes. La memoria de AMIGADOR será infinita para las cosas más vergonzosas y ridículas de AMIGATARIO, y tremendamente limitada para cualquier deuda -monetaria o no- contraída con él.

Se prohíbe terminantemente que AMIGADOR pretenda algo más que una amistad con AMIGATARIO o viceversa. El principio de una relación sentimental suele ser el final de todo lo demás, aunque hay honrosas excepciones a este supuesto, están todas fuera de la ley. Y duelen. Joder si duelen.

Para terminar, la relación entre AMIGADOR y AMIGATARIO no será nunca necesariamente transitiva. Los amigos de mis amigos son sus amigos. Y nada ni nadie nos obliga a convertir algo tan extraordinario e infrecuente en un puñetero virus contagioso que hay que transportar de organismo en organismo. Que cada vela aguante su palo. Y que a ti te encontré en la calle.

Si todo esto se cumpliese, nada ni nadie garantizará que la vida y la relación de amistad no traiga desgracia, sorpresa, desengaño e incluso, en última instancia, la traición.

Y pese a todo, aun así, AMIGATARIO pretende seguir solicitando y renovando cada día su amistad con AMIGADOR, y a tal efecto lo hace constar en Barcelona, a 9 de febrero del 2014.

Ahora sí, ya me puedes "confirmar".