Entre la vieja y la nueva política

MARC PARÉS

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Aunque tanto el debate nacional como el social viven un momento de gran intensidad, es evidente que estos dos ejes ya no son suficientes para entender la política catalana. La llamada crisis de la de la democracia ha hecho aflorar un nuevo debate: entre la nueva y la vieja política. El estallido del 15M, la multiplicación de las luchas sociales y vecinales y la emergencia de experiencias socialmente innovadoras ya hace tiempo que han situado este nuevo tema en la agenda política.

Los partidos grandes, con responsabilidades de gobierno, se han visto forzados a posicionarse, no por voluntad propia, sino como consecuencia de la presión ciudadana

El clamor popular por una nueva manera de entender y de hacer política interpela directamente a las instituciones y sus representantes. Pero no todos actúan de la misma manera. Los nuevos actores parlamentarios (CUP y C's, salvando las diferencias) se erigen en abanderados de las nuevas formas de hacer contra los partidos tradicionales. Los partidos grandes, con responsabilidades de gobierno, se han visto forzados a posicionarse, no por voluntad propia, sino como consecuencia de la presión ciudadana. La respuesta, sin embargo, ha sido superficial: aparentemente cambian algunas cosas (medidas para la transparencia) pero no se impulsan grandes cambios estructurales. Continúan anclados en la vieja política. Para ERC, por otra parte, parece que la nueva política no va más allá de la consulta soberanista. Mientras que en el PSC, aunque la atrevida apuesta por unas primarias abiertas y los discursos renovadores de algunos de sus miembros, la dirección nacional sigue imponiendo la lógica del 'command and control' propia de la vieja política: partido, disciplina, jerarquía, homogeneidad...

La asamblea de ICV y EUiA de este fin de semana aportan, sin duda, elementos de nueva política

Mención aparte merecen ICV y EUiA. Este fin de semana tuve la oportunidad de asistir a la asamblea abierta promovida por la coalición ecosocialista. Me pareció un experimento realmente interesante: 1.700 personas debatiendo (participando) en pequeños grupos sobre luchas compartidas y sobre la construcción de una alternativa política. Aunque algunos parlamentos y la presencia de los sindicatos mayoritarios sonaban a vieja política, la música general era la de una nueva forma de hacer. El carácter abierto del acto, la diversidad de los participantes y el método de trabajo aportaban, sin duda, elementos de nueva política.

Explícitamente reconocieron que solos no conseguirán cambiar las instituciones, por lo que buscan la complicidad de viejas y nuevas organizaciones de cambio social

Es cierto que el formato y las consignas recordaban mucho a otras experiencias recientes como la Trobada d'Unitat Popular organizada por la CUP o la Assemblea Oberta del Procés Constituent. Sin embargo, la propuesta es especialmente relevante cuando surge de un actor claramente significado en la política institucional. Sin renunciar a las instituciones como principal herramienta de transformación social, el mensaje no daba lugar a dudas. Primero, posicionamiento claro de ICV como una fuerza que quiere promover la nueva política. Y segundo, desde la lógica de la nueva política la coalición reclama participar en la construcción de un nuevo sujeto político en Catalunya que aglutine a las fuerzas políticas y sociales de izquierdas. Explícitamente reconocieron que solos no conseguirán cambiar las instituciones, por lo que buscan la complicidad de viejas y nuevas organizaciones de cambio social, que sí han conseguido movilizar a la ciudadanía en los últimos años. Al mismo tiempo, se reivindican como un actor político que, con casi 80 años de historia, ha de ser tenido en cuenta a la hora de construir esta alternativa.

La ley electoral podría facilitar el surgimiento de nuevas formas de organización en red

Se hace difícil prever las posibilidades de éxito de la propuesta. Ciertamente, la aprobación de la ley electoral podría facilitar el surgimiento de nuevas formas de organización en red que reflejaran mejor la complejidad de la sociedad actual. Ahora bien, la unidad de las izquierdas difícilmente verá la luz si no se construye desde abajo ya partir de nuevas relaciones basadas en la confianza, el reconocimiento de la diversidad y la generosidad.