tú y yo somos tres

A las 2 en pijama en el balcón

FERRAN MONEGAL

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Celebró el sábado La Sexta noche su primer año de vida. Consiguió casi un 10% de audiencia, tres puntos largos por encima de la cadena. O sea que un programa de debate estrictamente político funciona. Habrán de meditarlo en Tele 5, que le han ido cerrando a Jordi González sus foros de debate creyendo que son fórmulas sin interés. En este primer año de La Sexta noche hemos descubierto a un presentador, Iñaki López, que ha demostrado una extraordinaria solidez. Rápido como pocos, imprime un ritmo trepidante a los temas que plantea. Posee un notable arte en el reparto de juego, un juego que va alternando entre al ala derecha y el ala izquierda y en donde las criaturas debatientes habituales también se han ganado un sobresaliente, porque han entendido perfectamente que están en televisión. O sea, que además de lanzar su discurso o arenga han sabido darle el tono muscular correspondiente.

Lo de Paco Marhuenda, por ejemplo, es portentoso. Su constante y disciplinada -y yo diría que, a veces, hasta virtuosamente ciega- defensa del PP, del Gobierno y muy especialmente de Rajoy -además de la Infanta y de todo lo que a la Casa Real concierne- le han transformado en tremendo y abnegado baluarte de la derecha. Sus encontronazos con el politólogo Pablo Iglesias, el político socialista Antonio Miguel Carmona y el periodista Carmelo Encinas consiguen un clima muy guerrero. Sin desmerecer las aportaciones de Eduardo IndaAlfonso Rojo y Elisa Beni, cuyas habituales pinceladas irónicas alimentan con ingenio el bélico cuadro que conforman.

Además de estos púgiles que elevan la trinchera a categoría de espectáculo pirotécnico, hay que resaltar la fenomenal labor del economista Josep Maria Gay de Liébana. ¡Ahh! Sus apariciones, ya sean en directo o en dúplex desde su remanso de Soriguerola, consiguen la fluidificación de tema tan farragoso como el económico. Levanta apoteósicos aplausos. Este sábado, comentaba la desmoralización del ser humano cuando se encuentra sin trabajo. Dijo que bajando el otro día por el Paral·lel, a las 2 del mediodía, vio hasta tres personas, de no más de 50 años, que estaban en pijama en el balcón. «¡Eso me traumatizó!», dijo con tristeza. Y añadió: «Y el efecto que esto tiene en los hijos es desmoralizador». ¡Ahh! Estas pinceladas de Gay de Liébana, tan a la pata la llana, tan reales, tan de sentido común, logran la empatía y la simpatía de la audiencia.