Siria, se apaga la luz
Joan Manuel Perdigó
Subdirector
Subdirector de EL PERIÓDICO desde 1997. Entre 1985 y 1997 trabajó en 'El País' y anteriormente, en 'Mundo Diario', 'Correo Catalán' y 'El Noticiero Universal'. En 33 años ha centrado su tarea en las áreas de Política, Sociedad, Barcelona y Economía.
JOAN MANUEL PERDIGÓ
Esta vez le ha tocado a Médicos Sin Fronteras. Cinco extranjeros más que caen en manos de los yihadistas en ese agujero negro en que se ha convertido la guerra civil siria. En el tiempo en que las primaveras de Egipto, Túnez y Libia han florecido y se han marchitado, el conflicto sirio cumple su tercer año sin haber vivido una sola alegría, víctima de una barbarie similar a la que vivimos en Bosnia. A diferencia de la guerra balcánica, que mantuvimos fijada en nuestra retina, en Siria la tragedia se desvanece a medida que se apagan los focos.
Nuestro compañero Marc Marginedas cumplió ayer cuatro meses de secuestro, un infortunio que comparte con los también periodistas españoles Javier Espinosa y Ricard Garcia Vilanova y una treintena larga de otros países. Sin ellos, sin testigos solventes que levanten acta, nos quedan apenas algunas imágenes de la masacre, el sos que las víctimas logran lanzar al mundo a través de la red. Sin contexto, sesgadas, sin contrastar, es cierto, pero de una elocuencia suficiente como para no olvidar la matanza de la que han dado testimonio tantos periodistas ahora en forzado silencio.
Barriles o gases
Hoy son los barriles cargados de explosivos lanzados desde helicópteros sobre los barrios donde vive la población civil de las ciudades rebeldes, tan mortíferos e indiscriminados como las armas químicas empleadas el año pasado por Asad, que pusieron a EEUU al borde de la intervención. Entonces descubrimos que hay un doble rasero para medir cómo se mata a la población civil. Se admite eliminar a 100.000 personas con todo tipo de artilugios, excepto con gas -«un arma calificada de atrocidad por un mundo que aprueba los abusos pero detesta las innovaciones», escribía con ironía el británico Liddell Hart, gaseado en la batalla de Somme, en 1916-. Una línea roja trazada por Obama cara a la galería mundial. La salida del atolladero químico que Putin ofreció a EEUU ha dejado a su suerte a un país que pone los muertos en una partida de altos vuelos entre Irán y Arabia Saudí, en la que el mundo ha hecho mutis. Ha decidido cerrar la puerta y tirar la llave. #MarcTesperem.
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