MIRADOR

El Rey también escucha voces

JOAQUIM COLL

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«Es verdad que hay voces en nuestra sociedad que quieren una actualización de los acuerdos de convivencia», dijo Juan Carlos en su discurso de Nochebuena. Instó a los partidos a hacer posible las reformas necesarias, habló de diálogo y generosidad para «ceder cuando es preciso, hasta comprender las razones del otro». Al Rey se le pueden criticar muchas cosas, y algunas han dañado enormemente su prestigio, pero su intervención pasó el examen con nota. Abordó todos los temas y ofreció su mejor imagen en un año en el que ha sufrido tres intervenciones quirúrgicas, que ponían de manifiesto su declive físico. El Monarca es consciente de la crisis múltiple que sufre España: social y económica, política e institucional, y territorial. Apuesta por una reforma consensuada y realista, con respeto al Estado de derecho. Este es un punto que subrayó varias veces, particularmente cuando dijo que las diferencias deben resolverse «con arreglo a las reglas de juego democráticas aprobadas por todos», y que esta «es una verdad incuestionable».

Así pues, ni inmovilismo ni ruptura de la legalidad. Sus palabras fueron leídas como un mensaje tanto a Mariano Rajoy como a Artur Mas. Por eso, el PSOE las aplaudió sin disimulo. Por otro lado, aclaró que no piensa abdicar a corto plazo y subrayó que está dispuesto a desempeñar todas sus competencias. A finales del 2015 hará cuatro décadas que reina. Tal vez sea ese el momento elegido para ceder el testigo al Príncipe. El Rey sabe que hasta entonces podemos vivir momentos críticos, y que su reinado será juzgado en función de cómo se encarrile la crisis en Catalunya. Da la impresión ahora que si no se ha ido antes es justamente porque está dispuesto a asumir el coste de la responsabilidad ante lo que pueda ocurrir. Pero Juan Carlos solo modera y arbitra. Es a gobiernos y partidos a los que corresponde actuar. En este punto, las impresiones siguen siendo muy pesimistas. ¿O acaso no tenemos en España el peor gobierno, en el peor momento? El PP carece por ahora de sentido de Estado y está dinamitando todos los consensos sociales, incluso en temas tan delicados como el aborto. Por su parte, Mas es completamente prisionero de sus gestos y palabras. Si ERC acaba entrando en el Govern, va a ser imposible frenar la colisión. Ayer, el portavoz socialista en el Parlament, Maurici Lucena, destapó una solución de emergencia mediante la aprobación de una nueva disposición adicional en la Constitución que reconozca la singularidad catalana en aspectos esenciales. Sin renunciar más adelante a una reforma federal, podría ser una vía para evitar el temido choque. Jurídicamente no sería muy complicada y permitiría reinterpretarlo todo. Rubalcaba está de acuerdo. Solo falta que Rajoy escuche voces.