Las escuelas de negocios

La excelencia de Barcelona

El nexo empresarial, la competencia entre ellas y el carácter privado son las claves de Esade, IESE y EADA

DAVID PARCERISAS

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El prestigioso rotativo Financial Times acaba de publicar el ranking de las mejores escuelas de negocios europeas del 2013, y al igual que en anteriores ediciones los resultados de las cuatro escuelas españolas -tres de Barcelona- continúan siendo espectaculares. Si algo ha variado es que el 2013 ha sido un año muy difícil, y continuar manteniendo y mejorando esas posiciones es aún más meritorio, ya que nos comparamos con instituciones que viven en entornos algo más plácidos que el nuestro, como Holanda, el Reino Unido, Alemania o Escandinavia.

La publicación ha coincidido con el informe PISA, que deja bastante maltrecho nuestro sistema educativo. Esta divergencia en distintos educativos debería hacernos reflexionar. Ya sé que los centros de primaria y secundaria y las universidades públicas tienen que batallar con las últimas disposiciones del BOE. Pero me pregunto: ¿es tan difícil trasladar experiencias de éxito de un segmento del sistema educativo a otro?

Para una ciudad como Barcelona, para sus ciudadanos y sus administradores, esto debe ser motivo de orgullo y reconocimiento, pero también de reflexión. ¿Cómo tres instituciones nacidas y radicadas en Barcelona -Esade, IESE y EADA- se han situado este año en los lugares tercero, sexto y vigésimoquinto del ranking, respectivamente? Quizá estas son algunas de las claves que lo pueden explicar:

 

1.- Son instituciones que siempre han estado en estrecho contacto con el tejido empresarial, que escuchan al mercado y diseñan sus productos a partir de las necesidades de sus clientes.

2.- La competencia local ha sido siempre percibida como positiva y les ha obligado a mejorar buscando referentes de excelencia en otros países.

3.- Son instituciones privadas, lo que les permite una agilidad y flexibilidad de la que carecen con frecuencia las públicas.

4.- Se fundaron en momentos de gran crecimiento del mercado interior -a finales de los 50- y por tanto pudieron consolidar una posición en su propio territorio.

5.- Hace 20 años que emprendieron su internacionalización y hoy su mercado es el mundo. Muchos programas se desarrollan en inglés, idioma de relación internacional.

6.- En épocas difíciles han continuado invirtiendo en atraer el talento de los mejores profesores y también de los mejores alumnos. En definitiva, han creído en una política a largo plazo, que no está al servicio de las próximas elecciones y que también da sus frutos.

7.- Han construido un network de antiguos alumnos alrededor del mundo y las redes sociales les permite mantener vivo este entramado que da soporte a las instituciones.

8.- Se han dotado de gestores profesionales, que más allá de las ideologías y valores propios de cada escuela son personas de reconocido prestigio en el sector y altamente respetadas a nivel internacional.

A estas reflexiones cabe añadir que, como buenos navegantes, saben ajustar sus recursos a los malos tiempos y buscar nuevos rumbos en latitudes más tranquilas. Las instituciones, sus profesores, sus alumnos y antiguos alumnos pueden sentirse orgullosos de estos resultados, pero sobre todo la ciudad de Barcelona, y por extensión Catalunya, debe ver que hay otras formas de hacer las cosas que dan resultados. Si hay centros de excelencia, atraeremos a los mejores candidatos y una vez se gradúen serán los mejores embajadores de Barcelona en el mundo.

Con todo, en las escuelas de negocios a veces tenemos que afrontar una pregunta incómoda: ¿a qué se debe el aparente contraste de que un país con tanta escuela de negocios excelente sufra la crisis económica de una forma tan profunda? Sinceramente, no creo que se pueda achacar a unos cuantos centros educativos la responsabilidad sobre la crisis, que tiene unos orígenes diversos y complejos (políticos, económicos e incluso éticos).

Pero, al mismo tiempo, no deberíamos rehuir las cuestiones de fondo que plantea esta pregunta: ¿es sostenible el modelo económico actual?, ¿qué ajustes necesita el sistema para afrontar los grandes retos de este siglo, como la desigualdad económica creciente o la degradación medioambiental?

No son cuestiones que hayan estado ausentes de las aulas de estas instituciones, en las que conceptos como la responsabilidad social corporativa o la ética empresarial forman parte ya no solo de los currículos académicos sino de los principios formativos. Con todo, creo que debemos incrementar los esfuerzos para que empresarios y directivos sean conscientes de que su responsabilidad como gestores va más allá de la cuenta de resultados y de que también tienen que colaborar para que nuestra sociedad sea más eficiente y equitativa.