TÚ Y YO SOMOS TRES

Sopa de Revilla y Benito

FERRAN MONEGAL

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El cocido madrileño es una sopa que se basa en catapultar en su interior garbanzos, morcilla, pollo, zanahoria, tocino, ajo, patatas y chorizo. La mezcla de todos estos ingredientes, sumergidos a la vez en la olla, da un resultado gastronómico sublime. Pero cuando se utiliza esta técnica con distintos invitados a un programa de televisión, el resultado es tremebundo. Es el caso de la madrugada de ayer en 'Abre los ojos y mira' (T-5). La cocinera Emma García metió en su caldo a Miguel Ángel Revilla y a Rosa Benito. Ambos revueltos. Sin manías. Mientras entrevistaba a la señora Benito --condimento que la cadena viene recalentando sin parar en 'Sálvame' y 'Deluxe'-- y escuchábamos otra vez la historia de los cuernos que le pone su marido Amador con una amante que se llama Marisa ("Me ha arrastrado, me quiere hundir, soy gilipollas, soy imbécil, el viernes me divorcio, seguro"), textura gastronómica acompañada de guarnición de comentarios de cotillas allí reunidos ("Amador es un chulo de tías, un hijoputa, un mentiroso, un ladrón, un cerdo, un golfo, y Rosa una tragona, ¡se lo ha comido todo!"), mientras se iba recalentando este engrudo, apareció también en pantalla, aderezando el caldito, el siguiente mensaje: "En unos minutos entrará Miguel Ángel Revilla . Viene dispuesto a provocar una auténtica tormenta". Y, efectivamente, entró el ingrediente Revilla, y la cocinera dejó un momento a fuego lento a la Benito, dio unos pasitos, tres o cuatro metros, allí mismo, en el mismo plató-cocina, para atender la cocción del expresidente de Cantabria. Y mientras hablaba Revilla de sus anécdotas con Severiano Ballesteros y, sobre todo, de la indignación que le produce la ley de seguridad ciudadana que el Gobierno de Rajoy prepara ("¡Es la ley del acojonamiento ciudadano!"), y se indignaba más con los recortes a la ley de dependencia, que dejan a los más necesitados a su suerte y totalmente desprotegidos, mientras Revilla hacía este airado y valiente discurso, les decía, iban incrustando la imagen del ingrediente Benito, para que viésemos como iba su cocción y ponían otro rótulo, debajo de Revilla, que decía: "¡Rosa Benito ha tomado una decisión muy importante respecto a Amador!". Y la cocinera, atareadísima, iba pasando de Revilla a Benito, y de Benito a Revilla.

¡Ahh! Con esta forma de manipular los ingredientes, mezclándolos en plan mejunje, no se consigue la gloria del cocido. Lo único que se obtiene es una fétida olla podrida.