Al contrataque

Esto es Bodiwood

JORDI ÉVOLE

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Seguro que estoy equivocado y no sé ver las oportunidades de negocio que nos brindan los mercados exteriores emergentes. Pero no puedo evitar cabrearme cuando veo que el dinero lo compra todo. Que nos importa muy poco de dónde venga. Que mientras tú sueltes la pasta, yo no preguntaré cómo la conseguiste. Ya sé que pensarán que qué me pasa, que si me acabo de caer del guindo. Que "la vida es así, no la he inventado yo...", como decía Sandro Giacobbe. Pues eso.

En el mundo deben ser conscientes de nuestro momento de debilidad y saben que nos vamos a vender por un puñado de dólares, euros o rupias. El espectáculo de grotesca ostentación del que hemos sido espectadores privilegiados este fin de semana en Barcelona nos coloca en el sitio que igual nos merecemos. Si ya sabíamos de la existencia de Hollywood, de su versión india Bollywood, del Hospiwood que crearon mis amigos Corbacho y Cruz, este fin de semana hemos convertido Barcelona en Bodiwood, la meca de las bodas.

Sinceramaente, yo no tenía ni idea de quién era ese señor llamado Mittal. Hasta que hace unas semanas tuve la ocasión de conocer a Eduard Martin, sindicalista y trabajador de Mittal en su planta de Florence, en el noroeste de Francia. Martin, de padres españoles, fue el líder de una lucha obrera para evitar el desguace de esa histórica planta productora de acero. Y no es que la planta fuese una ruina, pero en otro lugar del mundo Mittal podía producir ganando mucho más dinero que en Francia, donde sus caprichosos trabajadores no querían perder algunos de los derechos adquiridos. Mittal también ha protagonizado escándalos de compadreo con líderes políticos y presidentes de Gobierno. Pero tampoco es plan que saquemos ahora los trapos sucios del tío de la novia.

No se casan con nadie

He leído que el alcalde de Barcelona, el señor Trias, expresó su satisfacción por el hecho de que gente con capacidad de influencia en el mundo haya elegido Barcelona para homenajear a sus invitados. Diga que sí, señor Trias. Usted, que el día anterior a la boda escribía en Twitter que gracias a la lucha de Mandela «debemos vivir en un mundo mejor». Y que al día siguiente fue de invitado al bodorrio.

También acudió el president Artur Mas. Supongo que igual era para saludar a alguno de los amigos que hizo en su reciente viaje a la India. O para mantener unas excelentes relaciones con «esta gente con capacidad de influencia en el mundo». Y a ver si con un poco de suerte el señor Mittal no solo se fija en Barcelona como salón de bodas sino para montar alguna de sus empresas y de paso da trabajo, por precario que sea, a esa mano de obra parada, cualificada y cada vez más barata que tenemos aquí.

Pero yo, queridos señores Trias y Mas, tampoco me haría ilusiones: por mucho que les inviten a bodas, estos tipos no se casan con nadie.