Albert Vilalta, el 'civil servant' catalán

"Reus ha perdido a uno de sus ciudadanos más ilustres de estas últimas décadas. Y Catalunya, a uno de los mejores y más honrados servidores de su causa"

Albert Vilalta.

Albert Vilalta.

ERNEST BENACH

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Este viernes por la tarde, cuando estaba a punto de comenzar un acto me llega, como una puñalada al corazón, la noticia de la muerte de Albert Vilalta, reusense y precursor de tantas cosas que lo convertían en un hombre adelantado a sus tiempos. Ingeniero de caminos, canales y puertos, hombre inteligente y con una visión privilegiada para entender qué pasaba en el mundo y como lo que pasaba allí debía implementarse aquí. Y, por encima de todo, buena persona y buen amigo.

Albert decía que la suerte no se encuentra, que hay que buscarla. Esta sencilla declaración, cargada de intenciones, definía muy bien lo que fue su vida. Iniciador de muchos proyectos, Albert tenía otra característica interesante y nada habitual en la política que hemos conocido en las últimas décadas, la mirada larga. Hay que ser valiente para tener esa mirada larga y ejercerla, y Albert fue capaz de hacerlo.

Mucha gente recordará a Albert Vilalta como el primer 'conseller' de Medi Ambient de Catalunya. Una apuesta del 'president' Pujol, arriesgada y adelantada a su tiempo, que encontró en Albert al iniciador perfecto de un proyecto que con los años se demostró como indispensable para entender la obra de gobierno de un país. Ahora que tanto hablamos de infraestructuras de Estado, algunas de las acciones más relevantes de Albert Vilalta como 'conseller' se han convertido con el paso del tiempo en estructuras de Estado que algún día, cuando lo seamos, sabremos valorar en su justa medida. Vilalta, sin embargo, no fue solo 'conseller' de Medi Ambiente. 

Antes había sido secretario general del Departamento de Política Territorial i Obres Públiques (DPTOP), director general de Transports del Govern de Tarradellas, y había trabajado también en el Ayuntamiento de Barcelona durante la difícil década de los sesenta con trabajos que hoy todavía tienen vigencia y futuro. Todo esto además de sus aportaciones desde el Gobierno del Estado en las infraestructuras que hoy por hoy son del todo indispensables. Las explicaciones de todo esto las podrán encontrar en el magnífico libro que escribió su hija Mariona '¿Qué piensa Albert Vilalta?' (Dèria editors), donde con todo detalle se van explicando los muchos proyectos que Albert pensó, ideó, programó, ejecutó durante más de 50 años al servicio del país desde diferentes instituciones, desde diferentes responsabilidades, tanto en el ámbito técnico como en el político. Proyectos clave para entender la Catalunya del presente. Un libro que hoy adquiere una dimensión y un valor aún mayores.

Albert era de aquellas personas que rozaban la débil línea que, a determinado nivel de la administración, separa los perfiles técnicos de los políticos. De hecho, él estuvo en ambos, y decía que los buenos políticos son aquellos que saben confiar en los técnicos, que los saben motivar, que les pueden sacar lo mejor de sí mismos. Desde su independencia política, Albert se convirtió en uno de los mejores ' civil servant' que ha tenido este país. Gente que ha hecho de la cosa pública, su opción de vida. Gente que desde un concepto amplio de la administración ha estado al servicio de su país. Y Albert, persona de un humanismo impresionante, siempre ha estado al servicio de Catalunya.

El último día que nos encontramos fue en la calle de las Galanes, de Reus. Él iba con Montserrat, su esposa. Nunca dejó de tener un pie en Reus, siempre había tenido el pueblo que lo vio nacer en la cabeza. Y estaba orgulloso de ello. Como nosotros, que en Reus hemos perdido a uno de nuestros ciudadanos más ilustres de estas últimas décadas, y que en Catalunya hemos perdido a uno de los mejores y más honrados servidores de la causa catalana.