Cuestión de credibilidad

ROBERTO TAMAYO

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Nos hemos emborrachado durante los últimos cinco años a base de dos palabras malditas, y la resaca está siendo como para no levantarse de la cama. Pero además de la económica, existe una crisis galopante de credibilidad. El kilo de credibilidad está aún más barato que el de honestidad. Podría definirse como un concepto utópico. Uno la pierde con la misma ligereza con la que EEUU espía a quien pronuncie o escriba Snowden.

Decía Mark Twain que la credibilidad es como la virginidad, una vez que se pierde ya no se recupera. Algunos piensan, no obstante, que pueden recuperarla con un chasquido. Para los feligreses que coquetean con la ceguera, la credibilidad de sus protegidos siempre estará intacta. Resulta tan agotador leer o escuchar la retahíla de desfachateces, que nuestra tolerancia parece más laxa. Las ignominias apenas sorprenden. ¡Qué más da lo que pueda pensar el populacho si todavía faltan 17 meses para las elecciones generales!

En el deporte, la credibilidad adquiere un estado mucho más resbaladizo y frágil. Está en juego en cada actuación. El resultadismo enfermizo de los gerifaltes se contagia a los aficionados y desemboca en un clima de nerviosismo con el que resulta complejo lidiar. El gatillo del despido del entrenador es, en muchas ocasiones, una huida hacia adelante.

Pero con el cortoplacismo que suele gobernar el deporte conviven también casos de un romanticismo admirable. Pedro Martínez, (@pedroma2014), entrenador barcelonés del Herbalife Gran Canaria, lidera el proyecto canarión desde hace cinco temporadas. Su corte a cepillo y su semblante serio contrastan con el despliegue de ironía que demuestra en su perfil de TwitterTwitter. Hace un par de cursos coqueteó con el descenso y sus superiores le ampliaron la confianza. El año pasado firmó la campaña más lustrosa de la historia del club, y hoy puede presumir de coliderar la Liga Endesa. Y todo eso cometiendo la osadía de tener siete jugadores españoles en la plantilla. Su hoja de ruta es un ejemplo de coherencia y un modelo exportable a cualquier tipo de proyecto personal o empresarial.

La necesidad es el resorte más efectivo para agudizar el ingenio. La falta de grosor de la chequera insular obliga a sus dirigentes a afinar la vista durante los miles de vídeos que deben devorar en busca de talento. Sus fichajes no abren las secciones de baloncesto de los medios nacionales, pero dejan en evidencia a las grandes producciones del panorama europeo. En Las Palmas han sabido esperar al éxito.

Entre "Martínez" anda la credibilidad en la Liga Endesa. El también barcelonés Alejandro Martínez cumple una década ocupando la misma silla en el CB Canarias. Aterrizó en la isla cuando el club deambulaba en la tercera división del básquet. Si usted no es un entusiasta de este deporte debe saber dos cosas: es más probable que los organizadores de una manifestación y la Delegación del Gobierno se pongan de acuerdo sobre el número de asistentes que un entrenador aguante 10 años seguidos en el mismo equipo. Y lo segundo, tiene usted mi admiración por llegar hasta este punto.

La relación entre Alejandro Martínez y el CB Canarias se asemeja a la de una pareja en la que una de las dos personas se da a la mala vida durante una temporada mientras que la otra mantiene su apoyo y confianza en que saldrá adelante. El equipo tinerfeño arrancó la temporada pasada con seis derrotas consecutivas, una trayectoria que hubiera supuesto la extramaunción para muchos entrenadores. La directiva apostó por él y se quedó a un triunfo de sacar billete para los 'playoffs'. Un año después es uno de los cuatro líderes de la competición.

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