La política de ajustes

Hurgar en la herida universitaria

No hay margen para un nuevo recorte presupuestario en la enseñanza superior: ya se ha tocado el nervio

FERRAN SANCHO

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A pesar de los discursos políticamente correctos sobre la gran importancia de las universidades en la sociedad del conocimiento y de su papel central como motores del crecimiento económico, nuestros gobernantes siguen actuando en la dirección contraria a la que predican. En suma, siguen hurgando en la herida presupuestaria recortando a ciegas y con una más que evidente insensibilidad sobre el dolor que causan en el tejido universitario. Especialmente significativo en el estrato universitario más joven. Nuestra sociedad ha soportado un aumento desorbitado de precios que ha afectado al conjunto de los estudiantes; se ha procedido a laminar los programas de becas y ayudas al estudio; han desaparecido los programas de movilidad para los estudiantes a nivel nacional y se han generado dificultades incomprensibles para la captación y retención del talento joven y más creativo con absurdas limitaciones numéricas sobre la reposición de las jubilaciones del personal docente, que cercenan la carrera académica de innumerables profesores jóvenes.

Y no podemos olvidar el caótico espectáculo resultante de los retrasos injustificados en las convocatorias de proyectos competitivos de investigación, convocatorias que, además de sufrir retrasos, han estado sujetas a una dieta forzada de adelgazamiento presupuestario. Lamentablemente, todos los gobiernos, central y autonómico, parecen compartir mancomunadamente la intención de hurgar en la herida presupuestaria de la universidad pública causada por las reducciones en las transferencias a las universidades que el Govern de la Generalitat de Catalunya inició a partir del año 2011.

Sin embargo, y a pesar de las adversidades resultantes de la asfixia presupuestaria creciente, las universidades han luchado a contracorriente para intentar mantener los estándares de calidad. Los buenos resultados globales están a la vista. La posición en los rankings internacionales es adecuada si se tiene en cuenta el comparativamente escaso nivel de esfuerzo inversor efectuado por nuestro sector público. Las universidades continúan aportando más del 60% de la investigación competitiva y de las publicaciones indexadas.

En la esfera docente, nuestros estudiantes -en su éxodo forzado al extranjero por un mercado de trabajo local insuficiente- son buscados, captados y reconocidos por su formación en los países económicamente más avanzados, caso de Alemania. Nuestros doctores jóvenes -como hemos podido ver repetidamente en los medios de comunicación- son contratados por las mejores universidades y laboratorios internacionales, una señal inequívoca de que sus logros en investigación son plenamente competitivos. La paradoja es que un país en crisis y empobrecido acaba financiando el capital humano de los países más ricos y desarrollados. Una transferencia inversa, insólita a todas luces bajo cualquier prisma de racionalidad y eficiencia, que pone de manifiesto una aplastante incoherencia como resultado de las acciones emprendidas por nuestros gobiernos.

En Catalunya, la capacidad de resistencia del sistema universitario ante los recortes presupuestarios que se vislumbran está al límite, y nuevas reducciones de presupuesto son, en este momento, inasumibles si deseamos mantener el modelo de universidades públicas en su nivel actual de prestaciones. No hay margen para ningún nuevo ajuste económico que no signifique directamente el empeoramiento de un servicio que se basa fundamentalmente en la calidad de sus académicos y profesionales. Hemos pasado del hueso y hemos tocado, ciertamente, el nervio. Las ganancias obtenidas de la eficiencia organizativa interna están agotadas, la capacidad adquisitiva de las familias, en agudo retroceso -incluyendo tres años consecutivos sin paga extra en el sector público-, y la paciencia de la comunidad universitaria para seguir digiriendo nuevas reducciones, bajo mínimos.

Es, sin duda, la hora de la verdad para nuestro Govern; es el momento en el que las prioridades reales no se podrán camuflar bajo discursos que, simplemente, suenan bien pero no tienen respaldo allí donde realmente importa: en las cuentas públicas. Los economistas sostenemos que la elección revela las preferencias. Y la elección presupuestaria de nuestro Govern revelará si confía y cree verdaderamente en la universidad pública o, simplemente, la percibe como una cifra contable en la que se puede seguir hurgando para cuadrar su presupuesto. Rector de la Universitat Autònoma de Barcelona.