El debate soberanista

El catalán que duda

Mucha gente se pregunta por su negocio, su familia, sus ahorros, sus pensiones y su seguridad

ERNEST BENACH

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Las últimas manifestaciones del catalanismo político, en que la independencia se ha situado en el medio de la centralidad, se han caracterizado por el civismo, el comportamiento ejemplar de sus participantes, la alegría,  la transversalidad, la participación de abuelos y nietos y familias enteras, porque  había catalanohablantes y castellanoparlantes conviviendo con normalidad, gente nacida en Catalunya y por todas partes. Y esto es un síntoma de madurez como pueblo, probablemente porque hay más de una generación que se manifiesta por aquello que considera justo y que no vivió la dictadura, ha estudiado en catalán, rechaza la violencia y ha vivido la democracia como norma básica de convivencia. Esta gente no tiene miedo de nada. Otra cosa es que alguien les quiera infundir miedo, o provocar pánico, pero no será fácil porque el nivel de convicción es profundo.

HAY OTRA generación y gente que por motivos diversos que, ante el panorama que se presenta, tienen muchas dudas. Hay todavía un catalán que duda. Duda por su negocio, su familia, sus ahorros, sus pensiones, su seguridad, duda mucho por la incertidumbre de todo, y a menudo esta incertidumbre puede provocar miedo. El miedo forma parte de la condición humana, es intrínseca a nuestra vida y todo el mundo ha tenido miedo a lo largo de su vida por un motivo u otro.

Se puede tener miedo a perder, también a ganar, se puede tener miedo a una enfermedad, a una situación económica difícil, a la violencia,  a perder a algún ser querido, a no llegar a final de mes, a perder amistades,  y también a los cambios. Personalmente he tenido miedo muchas veces y en situaciones muy diversas. Lo que quiero decir se basa en el respeto más absoluto a las personas que hoy dudan ante los cambios que se avecinan en Catalunya. La situación en la sociedad catalana es muy compleja. Mucha gente se pregunta si  habrá consulta o no. Si no hay, qué pasará. ¿Suspenderán la autonomía? ¿Cómo afecta todo este proceso a la economía? Por lo tanto es normal que mucha gente en nuestro país hoy dude.

Entonces viene la pregunta: ¿qué estamos haciendo para ayudar a toda esta gente a resolver esas dudas? Entre esta gente hay votantes socialistas, convergentes, de Iniciativa, incluso también hay de ERC. Estoy convencido de que si ayudamos a vencer los temores existentes, muchos de los que ahora dudan, se decantarán claramente hacia el sí. Y lo que es más importante, se entusiasmarán con la posibilidad de participar en la construcción y la definición de lo que ha de ser un nuevo país,  un nuevo Estado. ¿Cómo se hace para convencer? No es fácil. De entrada en la sociedad catalana, y sobre todo en la opinión publicada se ha instalado desde hace muchos años aquel paradigma por el cual todo aquello que oliera a independencia era poco serio, cosa de iluminados y no se podía ir a ninguna parte. Curiosamente el trabajo hecho desde el independentismo, serio y racional, hoy es la base fundamental del discurso del catalanismo, incluso de los que no son independentistas. En 1992 solo ERC defendía el concierto económico. Hoy, el concierto, como concepto está superado, y puede ser el protagonista del intento desesperado que el Gobierno de España tendrá que hacer en algún momento de todo este proceso.

Pero las dudas solo se resuelven con argumentos y credibilidad. Argumentos sólidos, convincentes, demostrables y que se puedan contrastar. El debate abierto, sincero y claro es otro antídoto contra la duda. Y sobre todo no plantear escenarios irreversibles. El catalanismo tiene el gran valor que siempre ha sido abierto e inclusivo. El catalanismo no ha amenazado por norma y ha intentado convencer.

GANAR DESDE el convencimiento el debate de las lenguas, el de la identidad que cada cual puede, quiere y debe tener, del futuro de la economía, de las relaciones buenas que deben tenerse con España cuando tengamos Estado propio, son argumentos en la línea de resolver dudas. Hay castellanohablantes que piden la independencia, y no lo harían si esto representara una amenaza para su lengua materna. En un mundo global, la doble nacionalidad es un hecho que empieza a ser habitual. Europa no se puede entender sin Catalunya. Las dudas de la gente normal, que tiene que ser la primera beneficiada por las ventajas del Estado propio, y que ahora es la principal perjudicada de pertenecer a un Estado que no permite vivir mejor. Convencer a esta gente es fundamental para construir la Catalunya de mañana. Solo se podrá convencer desde los argumentos y mostrando que la Catalunya real será la Catalunya normal, y que la aspiración máxima de mucha gente hoy es ni más, ni menos,  la normalidad. Expresidente del Parlament.