Europa, un asunto urgente

"¿Por qué hablamos tanto de Francia? Simplemente porque es decisiva para la Unión Europea. Y porque tarda mucho en reaccionar"

François Mitterrand, en una acto conmemorativo en París, el 11 de noviembre de 1994.

François Mitterrand, en una acto conmemorativo en París, el 11 de noviembre de 1994. / periodico

JORDI PUJOL

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Es urgente un nuevo y poderoso impulso para Europa. Es urgente un relanzamiento potente en el campo institucional y político (más poder y más efectividad de la Unión Europea). Que facilite la mejora de su funcionamiento económico y social. Y a la vez haga más obligada y más fácil, o no tan difícil, la adopción de las reformas de todo orden que Europa necesita. Reformas en el mundo financiero, en el social, en el económico y empresarial... Reformas que se tendrían que haber hecho hace 15 años y que no se hicieron. O, más exactamente, que algunos países no han hecho.

Si nos situamos en el año 2000 veremos que existen todo tipo de países europeos:

a) Un grupo de países que han hecho o están haciendo las reformas. Países que habían llegado a una situación económica y social difícil. Llama la atención que entre estos países estaba Finlandia y Suecia. Por varios motivos tenían crisis económica y un estado del bienestar amenazado. Pero reaccionaron. Con medidas poco populares, pero con una actitud decidida y responsable del conjunto de fuerzas políticas. Y un esfuerzo de diálogo con los sindicatos. Y explicando claramente al país cuál era la situación. En la lista de estos países podríamos añadir Dinamarca, Austria, Holanda... Y curiosamente algunos países independientes de la Europa central.

b) Dos países particulares y decisivos. Entonces y ahora. Francia y Alemania. En el año 2000 Francia ya había entrado en una etapa de 'morosité'. Es decir, no de ir hacia atrás pero sí de avanzar poco. Superados los años de gran crecimiento --1950-1980, los 'Trente Glorieuses'--, Francia entró en aquello que ellos llaman la 'morosité', y que se puede traducir por aletargamiento, decaimiento o estancamiento. Hubiera sido necesario que Francia hiciera reformas. No las hizo. Unos cuantos políticos y muchos expertos franceses (y tienen algunos muy buenos) las han reclamado, pero ni los partidos (en el gobierno o en la oposición) ni los sindicatos ni en general la mentalidad del país las han hecho posibles. Con un grave perjuicio para ella y para Europa.

Hacia final de siglo, Alemania también vivía un momento difícil. Positivo por la reunificación, pero económicamente difícil. Con peligro de perder competitividad y nivel de vida, y de ser un freno para Europa. Incluso de no poder cumplir con las exigencias de Bruselas sobre inflación, deuda, déficit, etc.

Pero Alemania hizo reformas económicas y sociales. Impopulares. Las hizo un canciller socialdemócrata, Schröder. Con gran acierto y, sobre todo, con mucha valentía. Contra la opinión de la dirección de su partido. Y para según qué, sin la mayoría cualificada que era necesaria. Y que –atención– le dio la oposición democratacristiana. Qué diferencia con lo que en circunstancias similares pasa en España, por más que el interés general reclame más esfuerzo de entendimiento.

El esfuerzo alemán, como el sueco y el austríaco, han dado resultado. Se han beneficiado y han dado impuso a Europa.

c) En los países del sur –de Portugal Grecia pasando por España Italia– todo el mundo sabe lo que ha sucedido. Han actuado con desconcierto y poca seriedad, y a veces poco éticamente. Pero en parte sobre ellos ha podido actuar Bruselas (y Alemania).

Los mecanismos europeos de control y dirección son muy insuficientes, pero se pueden compensar por la presión financiera y por el liderazgo alemán. Y con todo y con eso es cierto que el Banco Central Europeo (BCE) sí que ya es un instrumento en parte eficaz. Algunos de estos países han empezado a hacer reformas. Dolorosas, pero necesarias. Y el control de la Unión Europea sobre la política presupuestaria de los diversos estados empieza a ser un hecho.

Reformas penosas pero necesarias

¿Por qué hablamos tanto de Francia? Simplemente porque es decisiva. Y porque tarda mucho en reaccionar. 

España, y todos los países del sur, también pueden conmocionar mucho a toda la Unión Europea. Pero algunos de estos países hace más tiempo que intentan reaccionar. España mismo. De buena o mala gana. Y que hacen reformas a menudo penosas pero necesarias. Eso no quiere decir que hayan superado la etapa más difícil ni de la crisis ni de la recuperación.

Pero hace más tiempo que ya no se engañan a sí mismos. Y que han tomado su dosis de realismo. Por otro lado, es cierto que el futuro de Europa depende mucho de los países del sur. Esto explica la paciencia con la que, a pesar de todo, los países del norte y Bruselas enfocan los problemas del sur. Si España e Italia se hubieran hundido, el euro no habría resistido. Y la estructura de la Unión se hubiera ido al traste. Pero esto no saca el papel decisivo de Francia. Para mantener la Unión y para ir adelante. El motor franco-alemán es una pieza clave de la Unión Europea.

Por otro lado, es bueno insistir en Franca porque es el país que más ha tardado en asumir la realidad. Y a no auto-engañarse. Está bien que lo digan los propios franceses. Que digan, ellos, que es necesario 'un retour à la verité'. Volver a la verdad, a decirse ellos mismos la verdad. Explicar la verdad a la gente. Y que lo acepten.

Desde España no se pueden dar lecciones sobre esto. Ni desde Catalunya. No hemos sido ejemplares. Pero sí que podemos decir que ahora la reacción francesa es urgente. Entre otras cosas para que se pueda establecer una colaboración franco-alemana más equilibrada.

Hace poco la comisión de la Unión Europea aceptó que Francia retardara dos años el objetivo del 3% de déficit. Pero con la condición de que la Comisión seguiría muy de cerca las reformas. Lo dijo el comisario Rehn, de Asuntos Económicos, que por cierto los catalanes conocemos bien y apreciamos. Les dijo: «L’heure des reformes courageuses a sonné». Ha llegado la hora de las reformas valientes. Y cada vez más franceses añaden «l’heure de la verité et de l’union». De la verdad y de la unión. De que la sensación de urgencia y de gravedad sea lo bastante fuerte como para facilitar un gran esfuerzo colectivo, de entrada poco agradecido.

Naturalmente, esto requiere políticos valientes. En Francia, ha habido ejemplos. El presidente De Gaulle, con su ministro Pinay, de los años sesenta, por ejemplo, y el presidente Mitterrand y su ministro Delors, de 1983.

Un gran referente universal de espiritualidad

Somos conscientes de que en estos momentos muchos de nuestros lectores esperan otro tipo de comentario. Más centrado en nuestro proceso actual político y nacional. Y en la forma de insertarlo en el marco político e institucional europeo, en la política europea. Pero la gran importancia que debemos dar a nuestro problema y a nuestro proceso soberanista no nos debe hacer perder de vista la problemática europea general. Porque Europa ha sido y es un gran referente universal por cultura, espiritualidad y humanismo. Y porque Catalunya es una país muy europeo, por historia, cultura y vocación. Somos lo que somos, también, porque somos europeos.