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Josep Janés en el estante

JORDI PUNTÍ

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Si usted tiene en casa algunos libros con solera, herencia de padres o incluso de abuelos, écheles un vistazo: seguro que más de uno lleva el sello del editor Josep Janés. Quizá sean títulos de colecciones muy distintas, desde los Quaderns Literaris a Rosa dels Vents o Al Monigote de Papel, pero todos reflejan el espíritu inquieto de uno de los hombres que definieron el panorama editorial español en la posguerra. Si no hubiera muerto en 1959, todavía joven, en un accidente de coche, probablemente el criterio de Josep Janés habría tenido un papel relevante en la escena posterior, cuando el mundo editorial barcelonés se fue renovando gracias a los BarralVergésTeixidorSales o Herralde.

Los detalles de esta presencia influyente pueden seguirse en las páginas de A dos tintas, la biografía de Josep Janés que ha escrito Josep Mengual (Debate), publicada coincidiendo con el centenario de su nacimiento. Mengual da mucha información sobre su faceta de editor, pero también de sus inicios como poeta, y a su vez la interpreta para fijar el complejo mundo cultural de entonces. Nada es evitado, desde sus orígenes católicos y catalanistas hasta la convivencia más o menos resignada con el franquismo. Janés hizo a menudo de puente entre la cultura oficial y la cultura catalana que pugnaba por tener una presencia bajo el radar de la censura. Antes de la guerra publicó en catalán a autores como RodoredaCalders o Trabal, entre muchos otros. Después, ya en castellano, se fijó en títulos que testifican sus intereses comerciales, con nombres que hoy están en fuera de juego --PapiniZilahyAckermann-- y nombres que darían vida a un catálogo, como HamsunZweig o WodehouseMengual alterna la erudición editorial con un anecdotario que hace el libro más amable, como cuando habla de la relación entre el editor y Paco Candel, o cuando cuenta la pasión de Janés por el fútbol y por el Barça de Kubala, hasta el punto de que al final de los partidos bajaba al vestidor y regalaba libros a los jugadores. Como dice Mengual, eran otros tiempos.