análisis

Los becerros de oro

JOSEP-MARIA / URETA

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Fue el presidente de Estados Unidos Harry Truman el que creó la primera oficina de asesores económicos del Presidente, que aún existe. Pese a todo, Truman desconfiaba de su fiabilidad: «Me gustaría tener economistas que miren solo hacia un lado, porque los de ahora, cuando acaban su análisis, añaden de inmediato: 'Pero por otro lado...'». El matiz, siempre, sigue siendo lo que se espera de profesionales que conocen las limitaciones de una ciencia que es más social que inequívoca.

Desde la confirmación de la crisis en el 2008, proliferan los profetas del «yo ya lo dije». No lo han probado. En los riesgos inmobiliarios, por ejemplo, sí lo hicieron , desde el 2003, Ricardo Vergés (Universidad de Montreal) o José García Montalvo (UPF). En la crisis global, véase el discurso (2005) de quien era por entonces economista jefe del FMI, Raghuram G. Rajan (hoy gobernador del Banco de la India). Su jefe en el FMI era el pro-burbuja Rodrigo Rato .

A partir del 2008, la economía abandonó las aulas y las columnas especializadas y pasó al entretenimiento popular. Ese año, un 'sketch' (ver en YouTube) de John Bird y John Fortune en el programa de la BBC 'The last laugh' fue un hito. De esa época es el exitoso correo del profesor retirado por el IESE Leopoldo Abadía, en el que contaba, con sorna y buena documentación, las causas de la crisis, apropiándose de una palabra de éxito ya entonces, en EEUU: los ninja ('no incom, no job', sin ingresos ni trabajo) ,equivalente a las hipotecas basura.

El siguiente paso fue una mezcla oportuna : programas de entretenimiento en radio y televisión con presentador mordaz (Andreu Buenafuente, Jordi Évole) y con gente cuyo éxito parecía seguir lo que pedía Truman, ser parcial. La audiencia gana.

Así se consagró Abadía y así se hizo popular Santiago Niño-Becerra, quien en el 2009 acertó con el título de su libro ('El crash del 2010', lo que sigue sin suceder), que supo describir el resultado más oneroso de la crisis: la deuda de familias, empresas y países, considerada no retornable. Lo sigue manteniendo, como exige la audiencia. Actuaciones similares dan nueva fama a Gonzalo Bernardos y a José Maria Gay de Liébana. Buenos contables al servicio de la audiencia.

Y finalmente, sumando a la mezcla el mesianismo local, la profecía del final de una verdura entrañable como el brócoli, a cargo de Jaume Barberà, completado con el bolsista británico Jonathan Tepper, especulador contra el euro.

La Biblia fijó los ciclos económicos en los siete años que engorda o adelgaza una vaca. También cuenta que cuando Moisés iba en busca de las tablas de la ley (pongamos que era la económica), los incrédulos preferían adorar a falsos dioses hechos de oro. En esto seguimos.