El tema de hoy

"Hoy comienza el debate parlamentario que girará en torno al derecho a decidir que con tanta fuerza y ¿¿tanto civismo se reclamó el Onze de Setembre"

Artur Mas, junto a Oriol Pujol, en el hemiciclo del Parlament, durante un pleno la pasada primavera.

Artur Mas, junto a Oriol Pujol, en el hemiciclo del Parlament, durante un pleno la pasada primavera. / periodico

JORDI PUJOL SOLEY

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Hoy comienza el debate parlamentario que girará en torno al derecho a decidir que con tanta fuerza y tanto civismo se reclamó el Onze de Setembre. Desde este blog ya hace tiempo que se reclama este derecho.

Y también se denuncia que la posición del Estado al respecto es cada vez más cerrada y su acción más negativa en los tres campos más básicos para Catalunya. Que son un poder político y competencial que signifique una autonomía real; una financiación justa y adecuada a las necesidades del país, es decir, que permita el desarrollo económico y un buen estado de bienestar, y una situación lingüística y cultural que garantice la identidad colectiva de Catalunya.

Nada podemos añadir a lo que hemos estado defendiendo desde hace tiempo. Nada que no sea reiterar el apoyo al presidente de la Generalitat. En momentos así hay que dar confianza a quien con demostrada capacidad de compromiso y de fortaleza lleva el peso de la batalla .

Este es el tema de hoy.

Europa

Hay otro. El de Europa. No el de Europa en el sentido de cuál sería la situación en Europa de una Catalunya independiente. Esto es realmente un tema muy importante, pero ahora no es lo más importante. Ni lo más urgente. Ahora lo más importante es que el pueblo de Catalunya se pueda pronunciar sobre su futuro. Y que lo pueda hacer sin tergiversaciones. Sin subterfugios.

Hasta que esto no ocurra la posición de Europa será reticente. Porque Europa es una Unión de Estados. Y ni que sea por lo que podríamos llamar "espíritu de cuerpo" su primera reacción es decir: «Ya estamos bien los que somos, ya somos suficientes...". Solo una expresión muy potente y sostenida de un país que también quiere ser estado y que objetivamente lo podría ser puede hacer que la UE se mire el tema de otra manera. Como ya ha pasado más de una vez. Más de una vez.

Pero de Europa tendremos que hablar con calma y profundidad a partir de la próxima semana. No --repitámoslo-- del lugar y del papel que una Catalunya independiente podría tener en la Unión Europea. Sino del papel y del futuro de Europa, y de cómo han quedado las cosas después de las elecciones alemanas.

Porque la gran importancia y la perentoriedad de nuestro tema como país no nos debe hacer perder de vista la problemática más general de Europa y del mundo. Siempre hemos dicho que «nuestro mundo (el de Catalunya ) es el mundo». Y que las raíces y la vocación de Catalunya siempre han sido europeas.

Hay que recordar --aún un breve comentario sobre Catalunya-- que nuestra identidad como país, como cultura, como conjunto de valores tiene unas raíces europeas muy profundas. No es solo una cuestión de estatus jurídico o político. Es que en la identidad catalana el hecho europeo ha tenido siempre, y ha tenido hasta hoy, un peso muy determinante. Al que nos hemos mantenido fieles también en épocas --muy largas-- de alejamiento entre el Estado español y Europa.

Después de las elecciones, Alemania y, de otra manera, también Europa deberán poner al día los respectivos proyectos. El de Alemania como país que debe ejercer un liderazgo. Y que tiene que encontrar la manera de ejercerlo con el máximo posible de eficacia y de aceptación. Y el del conjunto de Europa (o al menos el de varios países europeos con peso político, económico e ideológico).

Como dijo hace unos años Sikorski, ministro de Asuntos Exteriores polaco (es decir, de un país que a menudo ha tenido relaciones difíciles con Alemania), lo que daría más miedo no es una fuerte intervención alemana en la política europea sino su inhibición. No sería su liderazgo sino su permanecer al margen.

Alemania tiene indiscutiblemente un peso económico claramente superior de los otros países europeos y mucha más solidez interna política y social. Y, tanto si quiere como si no, es hegemónica. Pero le duele asumir plenamente ese papel. Lo asume totalmente en el ámbito económico. Y lo asume también pero con menos intensidad en el político. Y se niega totalmente a asumir responsabilidades militares. Se niega incluso en el marco europeo, es decir, participando en una acción conjunta europea. Y esto es un problema no solo para Alemania sino también para Europa. Porque para pesar en el mundo Europa debe estar en condiciones de jugar también, si es necesario, un papel militar. Francia, por ejemplo, esto lo entiende mejor.

En cambio, Francia hoy tiene otras debilidades. Económicas y sociales. Que dificultan el necesario reforzamiento del eje franco que siempre ha sido un factor determinante del progreso europeo.

Hoy no podemos alargar más este comentario sobre estos dos temas decisivos , que hoy tienen prioridad: el del derecho a decidir de Cataluña y el de la nueva etapa europea. Insistiremos.

Centre d'Estudis Jordi Pujol