LA CLAVE

Noticia de un secuestro

ENRIC HERNÀNDEZ

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Cae el sol y sopla un viento gélido. Pertrechado con su chaleco antibalas, la pesada mochila y el ordenador a cuestas, el periodista   está agazapado junto a una alambrada de espino. Toma fuerzas, recobra el aliento. Espera a que los contrabandistas se acerquen a la verja para saltarla y cruzar a la carrera, a fin de no ser capturado, el empinado trecho de kilómetro y medio de longitud que lo separa de Turquía. El reportero deja atrás dos semanas de estancia profesional en Siria, donde ha sido testigo de la brutal represión a la que Bashar el Asad estaba sometiendo a la población civil. Es sábado, 18 de febrero del 2012.

"¿Por qué seguía atrayéndome vivir situaciones extremas? ¿Qué hacía que, cuando trabajaba en la redacción de Barcelona, la vida me pareciera insulsa, sin sustancia ni colores?". Estas y otras preguntas se formula Marc Marginedas en su libro 'Periodismo en el campo de batalla'en el que narra sus vivencias a lo largo de los 15 años que lleva ejerciendo como corresponsal de guerra de EL PERIÓDICO DE CATALUNYA.

Marc se adentraría de nuevo en Siria el pasado marzo, y ha vuelto a hacerlo hace unas semanas, ante el agravamiento del conflicto. Ni su dilatada experiencia profesional ni su conocimiento del árabe impidieron que el pasado 4 de septiembre fuera secuestrado por uno de los grupos yihadistas que, cada vez más preponderantes en el frente de la insurgencia, controlan el norte del país.

Hay que estar hecho de una pasta especial para jugarse el alma y la vida una guerra tras otra. Hay que tener una gran pasión por conocer (y contar) la verdad para internarse clandestinamente en un país, esquivar los proyectiles y acreditar las matanzas de víctimas inocentes. Hay que ser muy periodista para ejercer el periodismo por encima de cualquier circunstancia.

Los ojos y los oídos

Y es que Marc entiende como nadie cuál es la función social del periodismo escrito: ser los ojos y los oídos del lector allí donde el lector no puede llegar, allí donde otros quieren imponer la oscuridad y el silencio. Por eso, a esta hora debe estar meditando cómo relatará a los lectores del diario este cautiverio vivido en primera persona.