Palurdos y europeístas

XAVIER SARDÀ

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El juego es tenso-culpabilizador o culpo-tensionador. El juego es confraterno-divisor. Es un juego en el que se acepta tanto la coagulación de criterios inamovibles como la santidad a costa del otro. Es el juego del periodismo en tiempos revueltos. Es el tétrico juego del periodismo de trincheras al servicio de poderes concretos o supuestas grandes ideas. Duro a veces el oficio de periodista: pura propaganda y obstinado fuego cruzado.

Desde aquí hemos criticado hasta la saciedad y justificadamente a la caverna mediática madrileña. Hemos criticado durante años los desfases de los gobiernos del Partido Popular y últimamente a Rajoy por su autista inacción negociadora ante lo que está sucediendo en Catalunya. Desde aquí hemos sido también críticos con los sece-delirios de Mas. Tenemos, como se puede comprobar, gran habilidad para hacer amigos y abrirnos puertas. Hoy vamos más allá.

El periodismo barcelonés, y quizá más específicamente el audiovisual, no está a la altura desde hace un cierto tiempo. El proceso político que estamos viviendo, sufriendo, suponiendo, disfrutando, proyectando, soñando o temiendo nos ha situado en la diatriba y el libelo. Se ha entrado al trapo del trasnochado periodismo madrileño de la derecha. Se vive de lo que tanto se denosta. Barcelona y Madrid olisquean sus vísceras a diario para dentellarse ritualmente.

La situación es inquietante. Mis palabras se leerán solo en clave de si soy adepto o no. Todo lo que diga honestamente referido a mi profesión será interpretado únicamente desde la óptica de mi adscripción a uno de los dos bandos. Personalmente creo que la independencia no es el camino óptimo para Catalunya. Siendo tal mi reconocido desvío, nada de lo que diga puede ser entendido fuera del interés más espurio. Estoy en el ámbito de los otros, de los anémicos de autoridad moral.

Una dialéctica rotunda

Como he dicho, servidor ha crecido profesionalmente en una dialéc-tica rotunda contra la prensa de la derecha española. No me cuenten ahora lo mala que es la derechona. Era una dialéctica entre dos tipos de concepción ideológica y vital. Una dialéctica entre dos formas de organizar la economía y la sociedad. Un ir y venir entre el cruento liberalismo y la humilde pero redistributiva socialdemocracia. Ética o moral. Ciertamente, la derecha española tiene tintes rancios... ¡Y pensar que Mas gobernaba con ella hace tan poco!

Me espanta que se considere que dos teles y tres periódicos de Madrid son toda España. Me espanta que las imbecilidades de los fachas españoles constituyan la nutrición esencial del periodismo catalán y me aturde que se piense que el Ebro es la supuesta divisoria entre la palurdez y el europeísmo.