Análisis

En ustedes no confiamos

MARTÍ PERARNAU

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No hay más víctimas que los deportes no profesionales o semiprofesionales, que proseguirán su imparable descenso a los infiernos. El desastre de la nueva derrota olímpica de Madrid reside en las irreales expectativas con que, de un tiempo a esta parte, se reviste cualquier tipo de proyecto en España: sin el menor espíritu crítico, desde la unanimidad obligatoria y con la soberbia por bandera.

El COI está en apuros porque el mundo está en apuros. Esta vez no era la elección de la más bella del baile, sino que tocaba elegir la opción menos mala. Así de crudo. Tokio es el epicentro de una nación que lleva dos décadas en recesión, con gobiernos inestables y serios problemas medioambientales. Estambul es un nido de conflictos sociales, dirigido por un Gobierno autoritario que permitió el dopaje de Estado. Madrid, capital de un país arruinado, posee una deuda de 7.000 millones, casi como el resto de ciudades españoles juntas, y está dirigida por una clase política corrupta y de pésima reputación. Berlín, París y Roma decidieron abstenerse. Así que había que elegir la menos mala. En esta situación, si usted fuera miembro del COI, ¿qué escogería para proteger su negocio? ¿En quién confiaría para mantener el circuito a salvo de daños? ¿En la alcaldesa del café con leche o en el ejecutivo Masato Mizuno?

En la presentación hemos comprobado que los aristócratas (Samaranch o Felipe de Borbón) eran infinitamente más brillantes y consistentes que los políticos, desconectados de la realidad, directamente ridículos en su inverosímil Marca España. Madrid tenía un techo de cristal fijado en 32 votos, los que logró en su pelea por los Juegos del 2012, y repitió en la final contra Río. Esta vez se ha frenado en 26. Sus argumentos de siempre ni siquiera le han llevado al mismo resultado de siempre, sino peor.

Deportistas desamparados

Tener construido el 80 % de las infraestructuras siete años antes de unos Juegos no sirve como argumento ante el COI. Y, sin duda, retirar las ayudas a los deportes menos profesionales no es el mejor modo de convencer a los votantes olímpicos sobre tu apoyo al deporte. Que ganar los Juegos fuera la única salida posible para los deportistas españoles era el equivalente a decir que estamos en un país donde lo que menos importa es, precisamente, el deporte. Cuando el presidente de una federación internacional observa que los deportistas españoles tienen que pagarse de su bolsillo el viaje para disputar un Mundial, ¿qué creen que piensa de Madrid 2020? ¿Y cuando lee las excusas sobre el dopaje?

A los miembros del COI se les ha descrito, a menudo con razón, como gente de escasos escrúpulos, fosilizados, corruptos y distantes de la realidad. Algunos son así, pero en el COI hay muchas personas inteligentes y bien formadas, capaces de distinguir quién es quién. En tiempos oscuros, han elegido la opción menos mala y abofeteado la reputación de los políticos españoles: el COI les ha dicho, y no en sentido metafórico, que se ocupen de resucitar un país quebrado.