Los 'rankings' en la educación
La universidad de los milagros
Pese a los recortes presupuestarios, en España la enseñanza superior aún ofrece buenos resultados
Ramon-Jordi Moles
Profesor titular de Derecho Administrativo
RAMON J. MOLES
Losrankingsuniversitarios los carga el diablo. Según el último publicado por la Universidad Jiao Tong de Shanghái, diez universidades españolas están entre las 500 mejores del mundo, un resultado parecido al de años anteriores. Indiscutiblemente una buena noticia: felicidades a todas. Observará el lector una paradoja que le llevará a pensar que en el caso de las universidades españolas elrankingdebe de estar equivocado: en un contexto de recortes y de ninguneo a la universidad española, es imposible que diez de ellas estén entre las 500 mejores. O elrankingestá mal, o los recortes no tienen efectos catastróficos o las universidades son fábricas de milagros. Algo hay de todo ello.
Ningúnrankinges neutral, porque para construirlo hay que tomar criterios y estos siempre son subjetivos, cuando no interesados. Losrankingssirven a quien sirven y para lo que sirven. Así, tanto el de Shanghái como el británico del Times Higher Education, para valorar algo tan etéreo y subjetivo como la calidad universitaria toman como indicadores básicos los de prestigio e investigación (los Nobel otorgados a exalumnos o las publicaciones en revistas científicas), que benefician claramente a un tipo de universidad, que es la que copa los primeros puestos cada año. En cambio, no se toman en consideración indicadores como la satisfacción de los usuarios o los resultados docentes, o los de función social y desarrollo económico local, o algunos otros en los que nuestras universidades estarían aún mejor situadas. En fin, estosrankingsalimentan un concepto de universidad parcial, interesado y homogéneo (la elitista centrada en la investigación) frente a una realidad universitaria mundial extremadamente heterogénea. No pasaría nada si no fuera porque con frecuencia estos datos poco fiables son usados para diseñar políticas universitarias (en Francia, una reforma legal, y en España, el programa Campus de Excelencia Internacional), para otorgar financiación o para excitar las peleas de gallos académicos.
Los recortes a las universidades, especialmente en investigación (de 110 millones de euros entre el 2008 y el 2012, más el de inversión pública de 1.200 millones desde el 2010), no han tenido de momento los efectos catastróficos anunciados a efectos derankingsporque, a pesar de que estos sobrevaloran la investigación, los lamentables resultados de estas políticas se van a notar a más largo plazo. Observemos, sin embargo, un detalle relevante: sin recortes y con ellos, en losrankingsestamos donde estábamos; luego en los recortes puede haber también algo positivo: una excelente oportunidad para replantearse la financiación de la universidad, para apostar por la eficiencia, la desburocratización, la simplificación, la rendición de cuentas y la libertad de acción de los centros. Los recortes deberían suponer el fin delcafé para todosy el inicio de una etapa en la que primen el mérito, la transparencia y los resultados.
No se sorprendan: los milagros existen. Aparecen cada día en nuestras universidades, nuestros hospitales y los restantes servicios públicos. Son obra de multitud de servidores públicos que atienden sus funciones a pesar de los recortes a los que nos han conducido la piratería financiera, la burbuja inmobiliaria y la borrachera popular delpelotazo. En nuestras universidades se hacen milagros porque a pesar de los recortes públicos se consigue todavía continuar la actividad y obtener buenos resultados en un contexto pasado y presente en el que la universidad española es la gran olvidada de un sector privado (salvadas honrosas excepciones) que no ha entendido todavía que su éxito económico presente y futuro está en la capacidad del país para generar conocimiento, capitalizarlo y venderlo, y que eso se hace fundamentalmente en las universidades, lo que debería conducir a nuestras empresas a suplir los recortes públicos, mimar nuestra educación superior, exigirle resultados y establecer estrategias de cooperación público-privado que nos permitan generar riqueza y superar la economía especulativa subvencionada.
La universidad de los milagros requiere, pues, además del milagro docente e investigador, un esfuerzo sostenido del sector público (al menos sin incrementar recortes), una mayor implicación del sector privado -que debe pasar de ser testimonial a coliderar la institución-, una mayor responsabilidad de los estudiantes (no son aceptables las tasas de absentismo que estamos soportando en la universidad pública, que pagamos entre todos) y un nuevo modelo de gestión que nos aproxime a los niveles de efi(ciencia) que se le debe suponer a un servicio público de educación superior. Requiere finalmente que construyamos unrankingdonde puntúe el milagro universitario de construir un ascensor social para millones de ciudadanos.
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