El agotamiento de un modelo

No es eso, compañero Coscubiela

Nos hemos maleado tanto con las viejas formas de hacer política que costará renovar la democracia

ERNEST BENACH

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La política necesita una transformación profunda en las formas y el fondo. Hay que cambiar lo que se hace, cómo se hace y las formas con que se hace. Y esta premisa, que es buena para una gran parte de las democracias europeas, en Catalunya cobra un valor especial porque con el proceso que vivimos en relación a nuestro futuro tenemos la gran oportunidad de romper con una forma de hacer política previsible, que está agotada y no tiene ningún tipo de recorrido.

La transición condicionó muchas cosas, entre ellas aquellas que daban una mayor calidad a la joven democracia que acababa de nacer. Una de las consecuencias ha sido la consolidación, con el paso de los años, de un sistema condicionado que provoca que el atril importante del Parlament sea el de la sala de prensa más que el del hemiciclo. A menudo se ha gobernado y se ha hecho oposición a golpe de titular. Enredar, esparcir porquería y contradecir al adversario por sistema, sin entrar siquiera en el debate, se han convertido en fórmulas aplicadas por la derecha y la izquierda, por los partidos tradicionales y los que no lo son tanto (o así lo creen). La consecuencia de todo ello, además del alejamiento de la ciudadanía de la política, ha sido una progresiva degradación del sistema.

Las nuevas tecnologías nos brindaban una oportunidad, a través de la política 2.0, de hacer las cosas de manera diferente. Debatir, colaborar, admitir errores propios y aciertos del adversario, trabajar de manera conjunta y saber aprovechar los conocimientos de todos pensando en el beneficio común nos podría permitir hacer política de otra manera. Por desgracia, los políticos 2.0, que por cierto no son los que hacen más tuiteos ni los que tienen más seguidores en Facebook, se pueden contar con los dedos de una mano. Y esto es francamente decepcionante.

El día que elpresidentMascompareció en el Parlament para dar explicaciones del llamadocaso Palauleí un tuiteo que me molestó mucho. Era de una persona por la que tenía respeto y admiración debido a su trayectoria sindical y porque en el Congreso había representado un cierto aire fresco.Joan Coscubieladecía en relación a la intervención que acababa de hacerMarta Rovira,portavoz de ERC:«@ jcoscu: Ara al canal 24h de tv3 han conectat amb la trobada anual d'estiu del moviment escolta. La cap Rovira explica la ruta a seguir».Textual. ¿Qué pretendíaCoscubielacon este tuiteo que se supone debía ser una muestra de ironía? ¿Ridiculizar al movimientoscout? ¿Ridiculizar aMarta Roviracomparándola con el movimientoscout? ¿Este es el principal argumento para rebatir la explicación (y subrayo la palabraargumento) de la secretaria general de ERC? Qué fácil resulta tirar de tópicos y qué difícil es entrar a debatir y a profundizar los temas que la sociedad nos reclama.

Me indigna que se haga burla del escultismo por lo que ha representado en este país durante tantos años, y por lo que representa para el futuro de Catalunya en tanto que movimiento juvenil organizado con un método pedagógico ejemplar que educa en la estima en el país, el respeto a la naturaleza y el fomento de los valores democráticos, entre ellos el espíritu crítico. Y me sabe muy mal que esto lo haga uno de los prohombres de la izquierda alternativa del país. Y no vale decir que era ironía fina. Llega un punto en el que en política no todo vale, y tengo la sensación de que todos nos hemos maleado tanto con las viejas maneras de hacer que costará mucho romper el molde y renovar de arriba abajo, y muy a fondo, nuestra democracia.

Catalunya tiene una gran oportunidad con todo el proceso iniciado. El derecho a decidir no solo marca cuál debe ser el futuro colectivo del país, también debe ser la expresión de la gran oportunidad que tiene Catalunya para hacer las cosas de una manera diferente, y para reforzar los parámetros de calidad de nuestra democracia que no han podido consolidarse en los últimos años. Una parte importantísima de la gente que ha expresado la necesidad de poder tener un nuevo Estado ha expresado también que este no debe tener ni las cadenas, ni los vicios, ni las malas prácticas del actual. Alzar un nuevo Estado da precisamente la oportunidad de cambiar determinadas estructuras y maneras de actuar, lo que nos puede permitir transformar radicalmente el fondo y las formas. Es un reto tan gigantesco como el de alcanzar el Estado propio, pero ya puestos seguro que vale la pena intentarlo. Y hacerlo ya desde ahora.

Dejemos en paz a losescoltesde este país, que hacen un trabajo ejemplar y no suficientemente reconocido, y dediquémonos a construir nuevas formas de hacer política que nos vuelvan a poner a la altura de nuestra ciudadanía. La política 2.0 es una buena oportunidad para hacerlo, pero, por favor, sin volver a la miseria de la política clásica.