Las encuestas (y la política) no son un juego de niños

Carles A. Foguet

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Hace unos díasla mayoría de los medios se hacían un ecoexagerado deltitular con el que una empresa privada promocionaba una encuestaque había llevado a cabo: que los niños y niñas españoles no quieren serpolíticoscuando sean mayores.

Dejando a un lado el sensacionalismo del titular, las debilidades metodológicas de la encuesta y la imposibilidad de acceder a los datos completos --de uso exclusivamente interno, según informa el departamento de comunicación de la empresa a través de correo electrónico a quien las pida--, con un poco de paciencia e imaginación se hubiera podido apuntaralguna conclusión, frágil pero interesante.conclusión

Sin las dos anteriores, la encuesta ha acabado diciendo mucho más de los que la han convertido en noticia y tema de tertulia que no de sí misma y sus conclusiones.

Lacarencia de recursos profesionales en las redacciones periodísticas es tristemente una constantea lo largo del año que se agrava durante el mes de agosto, a juzgar por el tratamiento que se ha hecho de la supuesta noticia. Sin prácticamente excepciones, se ha reproducido de manera acrítica la nota de prensa de la empresa que promovía el estudio: en el mejor de los casos, sólo se ha copiado el titular y algún dato; en los peores,se ha querido que fuera, además, el punto de partida de un análisis más o menos razonadoanálisis.

Incluso haciendo un acto de fe y dando por buenos los únicos datos de los que disponemos se nos tendrían que disparar las alarmas:1.000 encuestas(280 de las cuales en Cataluña) a niños y niñas comprendidos entre los4 y los 16 años, con y sin discapacidad. A pesar de que el número de entrevistas no explica por sí solo la calidad de una encuesta, no es un indicio demasiado prometedor para analizar de manera fiableuna población estimada de casi de seis millones de personas entre 4 y 16 años en España. Y todavía lo es menos cuando se pretende hacer8 estudios regionales8 estudios .

Para tener una referencia,los Barómetros del CEO se hacen a partir de 2.000 encuestas2.000 encuestasenCataluña, de las cuales 1.200 se hacen en Girona, Tarragona y Lleida, 400 en cada una de ellas. Y, a diferencia del anterior, tanto los cuestionarios como los resultados sonaccesibles con un par de clics de ratón.

Pero la gran diversidad interna de la muestra de la encuesta en cuestión ya tendría que ser motivo de sobras para coger con pinzas cualquier conclusión categórica que de ella se desprenda. ¿Se puede hacer la misma pregunta --sobre rescates financieros, crisis económica o emprendeduría-- a un niño de 4 años y a un adolescente de 16 y esperar respuestas comparables? Aún menos si son de respuesta abierta, ya que acabará provocando que se tengan que tener en cuentaocurrencias infantiles como “jedi”, “parado” o “hada de los dientes” --los ejemplos son reales-- cuando se les pregunta qué quieren ser cuando crezcan.

Ni siquiera unos medios disminuidos por el verano y la crisis deberían dar cabida a este tipo de contenidos porque haciéndolo les dancredibilidada ojos de buena parte de su audiencia.

De hecho, no se puede perder de vista que el gran titular de la encuesta --que los niños y niñas no quieren ser políticos cuando crezcan-- se ha hecho con la respuesta de sólo44 niños de los 1.000que participaban en la encuesta a una pregunta concreta de un cuestionario que desconocemos. Si los medios tienen un interés real en las opiniones alrededor de la política de la chavalería, hayotras opciones accesibles mucho más interesantes y fiables.

En resumen, es sorprendente que se asuma y se difunda como verdad revelada unaafirmación no contrastable de una encuesta mal hecha y, en cambio, se discutan --mediática y socialmente-- hasta niveles mucho más allá de lo que seríatécnicamente razonablelos hallazgos de encuestas sólidas el acceso a los datos de las cuales es absolutamente transparente, como las del CEO.

Ejemplos como estos contribuyen a banalizar el uso de las encuestascomo herramienta deinvestigación social. No sería grave si dispusiéramos de alternativas demoscópicas de amplio alcance igual de fiables. Pero no las tenemos, desgraciadamente.