ANÁLISIS

Se acabó la estúpida pregunta de los mediocres: ¿qué es jugar bien?

CÉSAR LUIS MENOTTI

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En pocos días comienza a rodar la pelota en las ligas europeas y las expectativas son las mejores. A diferencia de otros años, los sueños son distintos. Tengo la sensación de que el mundo del fútbol en el que me siento bien se fortifica, por un final de la anterior temporada que se acercó más que nunca al buen gusto.

Hay ligas que ya despiertan tantas expectativas que producen una ansiedad que solo se siente cuando este hermoso juego nos invita a disfrutar la pasión, esa que aparece cuando los escenarios esperan equipos que nos ayudan a emocionarnos. Hace ya algunos años de aquella malintencionada discusión entre qué es jugar bien o jugar mal, contestada de manera contundente por el Barça dePep Guardiola, no solo por el resultado sino por la manera de buscarlo. Orden y aventura, ideas claras y firmes, carácter y compromiso a un estilo que siempre lo acercó a la belleza.

Podemos decir que esa brisa del comienzo se transformó en un vendaval que arrasó con tantas mentiras y con todas las miserias y las trampas que este juego había sufrido. No sé si todo cambió, pero, al menos, a muchos les enseñó el camino de buscar con quién ser feliz en un estadio, y todo fue mejor.

Ese mundo del fútbol, su público, fue sintiendo que algo estaba cambiando. No era solo el Barcelona; otros equipos jugaban bien. La Liga era diferente, había un contagio, a veces por el estilo, otras por la manera de encontrarlo, y la realidad nos decía que todo era mejor. También el estilo, la idea, ganaba el Mundial, la Eurocopa y destruía la estúpida frase de los mediocres que preguntaban: ¿qué es jugar bien?

También Alemania juega bien y es terriblemente atractiva. No solo el Bayern Múnich y el Borussia Dortmund. La Liga en sí es mejor. Inglaterra no es más la dinámica del contragolpe y los centros, también juega bien.

La pelota aparece en su real trascendencia, vence a las series de 500 abdominales, a las pesas, a las carreras continuas de 50 kilómetros, a las 100 pasadas de 400 metros en velocidad; la pelota volvió a ser lo más importante en los entrenamientos y en el juego. La pelota, agradecida y lejos del maltrato, comienza a pasar de un pie a otro llevando alegría a quien la domina y no la maltrata.

No se habla de fuerza como una expresión de juego, es la fuerza del talento que recobra con su presencia el sueño de apasionarse. Alguna vez dije: «Si es verdad que la inspiración son ángeles que andan volando por los estadios para posarse sobre aquellos que persiguen la belleza, en Sudamérica los estamos corriendo a pelotazos». Hoy siento que se están yendo para Europa, casi ninguno anda por el Maracaná, el Monumental o el Centenario; casi seguro que andarán por Alemania, España y, por qué no, por Inglaterra, esperando que Italia se anime.

Guardiola,que siempre es una invitación para ellos, debuta en el Bayern. Tarea dura y apasionante, dura por el tiempo y apasionante por su idea. Es más difícil encontrar el equipo desde una idea tan audaz. El tema, supongo, es detectar lo antes posible hasta dónde alcanza la inteligencia de cada jugador.

Los jugadores inteligentes se organizan desde la libertad; los otros, desde la disciplina. Cuando se encuentra esto, aparece el equipo y se hace fuerte la idea.