Análisis

La generación que vivirá peor que ahora

VIDAL ARAGONÉS

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Cualquiera puede consultar elpower pointque utilizó la ministra de Empleo para justificar ahora hace más de un año la Ley 3/2012 y ponerlo en relación con los datos oficiales. Se nos exponían como objetivos de la reforma laboral: «Frenar en el corto plazo la sangría de destrucción de empleo», «poner las bases para la creación de empleo estable», «apostar por el empleo de calidad», «elevar las oportunidades de las personas desempleadas, con especial atención a los parados de larga duración y los jóvenes» y «modernizar la negociación colectiva», entre otros.

Si observamos lo sucedido tras la entrada en vigor de la nueva normativa laboral aprobada a instancias del Gobierno español, encontraremos como resultado exactamente lo contrario que se dijo perseguir. Los datos oficiales de la Encuesta de Población Activa situaban el desempleo en febrero del 2012 en el 23,8% y en abril del 2013 en el 26,8%, sumadas así 850.000 personas más al drama de la pérdida del trabajo. Por lo que respecta al empleo estable y de calidad, nos encontramos con idéntica tendencia, según indica el informe de julio del 2013 del Servicio Público de Empleo Estatal: en el último mes del que se tienen datos tan solo el 6,39% de los contratos suscritos fueron indefinidos, suponiendo un 60% menos que los realizados hace justamente un año. A su vez, no solo aumentan los contratos temporales firmados en julio del 2013, sino que se acentúa la tendencia a una temporalidad todavía más precaria con un 35% de estos a tiempo parcial, una suerte deminijoba la española. Así, los propios datos oficiales nos sitúan en una realidad donde se destruye empleo y se precarizan todavía más las relaciones laborales.

Por lo que respecta a la negociación colectiva, el último año ha sido el que ha tenido un nivel más bajo de firma de convenios de las últimas tres décadas y nos hemos encontrado con una nueva realidad en la que hasta febrero del 2013 se habían comunicado un total de 1.178 inaplicaciones de convenios que afectaban a más de medio millón de trabajadores y trabajadoras. Nunca antes había existido tanta litigiosidad judicial derivada de la interpretación respecto a la vigencia de las normas paccionadas como en el presente año y la que existe en estos momentos. Si esta es la modernidad que defendía el ministerio, que vuelva lo clásico.

Por último, para refutar el argumentario sobre los supuestos objetivos de lacontrarreformalaboral podemos también observar que el desempleo de larga duración aumentó un 48,6% en el 2012 y el desempleo juvenil un 3,2% en el primer trimestre del 2013 respecto al mismo trimestre del año anterior, situándose en un dramático 57,2%.

Más allá de estadísticas y datos, lo más preocupante no es el efecto de destrucción de empleo y la calidad del mismo que incorporan los cambios laborales en el presente, sino las bases que se ponen para una nueva realidad de futuro donde el trabajo que se genera será totalmente precario. Ya no debemos hablar de una generación que vivirá peor que sus antepasados sino de la generación que vivirá peor que sí misma.