Automanual para escribir opinión

David Belzunce

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Si tecleas mi nombre enGooglelo más probable es que acabes descubriendo alguno de mis tresFotologs adolescentes de los que reniego profundamente o bien que hice mi primera incursión como columnista enEL PERIÓDICO comprándole el espacio a Risto MejideRisto Mejide. Habrá quien piense que eso no me da autoridad para seguir ocupando según qué tribuna, y sin embargo tras cierto tiempo de debate interno, me he decidido a seguir escribiendo aquí.

Pero no de cualquier manera. Escribiropiniónofrece aparentemente tanta libertad y tantas posibilidades que es fácil quedar deslumbrado en un comienzo. Por ello, porque ya casi puedo oler mis futuras contradicciones, y porque soy un amante de los manifiestos como género literario, me impongo un automanual para escribir opinión que consta de tres puntos:

Los puntos

Uno. No voy a ser nunca experto en nada. No voy a servirle a nadie de comodín en el juego de buscar la mejor voz prescriptora que legitime un relato. No voy a estar siempre igual de informado para formarme una opinión, y aunque pretenda ser riguroso, hasta en lo que me es más cercano me quedan prejuicios por romper. Exijo mi libre derecho equivocarme, por lo que me expulso de la etiqueta deexpertocuyo único oficio es tener siempre la razón.

Dos. Voy a posicionarme. No necesitamos más artículos que llamen al coraje en los tiempos que corren desde una postura totalmente blanca, por ejemplo aquellos que anuncian el emprendimiento como único bote salvavidas posible. Estoy cansado de leer apologías del individualismo que esconden bajo palabras de ánimo muy bien escogidas un claro “¡Sálvese quien pueda!”. Estosartículos podrían catalogarse como 'nueva autoayuda', o autoayuda disfrazada: sirve de bálsamo calmante pero no logra catalizar absolutamente nada. Mi opción es otra: señalar las vergüenzas de los responsables, atacar la raíz y hacer propuestas más concretas que una dosis de optimismo de marca blanca. Quizás no logro emocionar, pero yo no soy publicista.

Ahora sí

Tres. Trataré de gozar de las discrepancias. Yo mismo cuando leo artículos opinión elevo mi estado de alerta por encima de los niveles habituales, a veces deseando encontrar una inexactitud o debilidad en el discurso que me permita desautorizarlo con firmeza. Los hilos de comentarios son la sobremesa del artículo, una prolongación necesaria del tiempo de juego que se hace imprescindible desde el momento en el que te has creído conderecho a opinar. Si en algún momento me preocupó el poco decoro de algunos comentarios, observar la pasión con la que se expresan algunos 'trolls' y 'haters' me ha descubierto su dimensión lúdica. Y sí, a veces un comentario te puede arrebatar la razón, hacer un juego de malabares con tus argumentos y sacarte los colores por lo que has escrito. Y suerte que es así.

Ahora sí. Fijadas las normas, ya puedo empezar a equivocarme.