Dos miradas

Can Fabes

JOSEP MARIA FONALLERAS

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Es una mala noticia que cierre El Racó de Can Fabes. Y por varias razones. Porque el país deja de contar con un punto de referencia culinario de primer orden, porque se pierde parte de lo que enseñóSanti Santamaria,y porque el cierre nos indica también que la crisis afecta a todos, también a los buques insignia.

Visto con la perspectiva que ya tenemos, es un fenómeno notabilísimo la irrupción hace unos 30 años de los primeros cocineros que revolucionaron el panorama europeo y mundial y que colocaron a la cocina catalana en un lugar de privilegio. Luego, vinieron otros que, como mínimo, les igualaron, porque no me gusta hablar derankingsen esta cosa de los fogones. Todos ellos han sido capaces de convertir una actividad que, por definición, es efímera en un edificio con cimientos que ha servido para construir una nueva definición de la gastronomía y como inyección de moral y de orgullo para muchos ciudadanos que quizá ni tan solo han pisado el comedor de estos templos.

Santamaria adoptó, en un momento determinado, el papel de guardián de las esencias. No fue bien interpretado o no se supo explicar bien o no acertó en la crítica. Pero su legado (y el de Can Fabes) es fructífero y, como dice la carta de despedida de la familia, se prolongará en todos aquellos que aprendieron el arte de la cocina (ahora pienso por ejemplo en los hermanosTorres)y el placer de la comida como disfrute cultural.