Guerra fría 2.0: Snowden y la hipocresía internacional

Edward Snowden, el pasado 6 de junio, en un hotel en Hong Kong.

Edward Snowden, el pasado 6 de junio, en un hotel en Hong Kong. / CLH/gk

JON PERMANYER

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Desde hace unos días sigo con cierto interés el llamado 'caso Snowden'. Para hacerlo fácil y corto, Edward Snowden es un ex-trabajador subcontratado de la NSA (la agencia de seguridad norteamericana) que ha puesto en conocimiento de la opinión pública la existencia de un programa de espionaje masivo a escala internacional en formato 2.0; a través del programa PRISM, el gobierno de Estados Unidos ha husmeado en los contenidos privados de millones y millones de personas.

El caso en cuestión es muy divertido y entretenido. Una mezcla de espionaje del máximo nivel, la romántica acción del protagonista, las consecuentes reacciones de los otras países en saberse espiados, el papel que han tenido empresas como Google, Facebok... ni la mejor novela negra. El interés mostrado en su captura por parte del gobierno norteamericano indica que aún tiene más información que puede hacerse pública o que simplemente quieren demostrar la eficacia del sistema judicial como ya hicieron con el soldado Manning.

El caso tiene paralelismos con otro caso 2.0, el caso Wikileaks. La similitud que me hace más gracia es la reacción de los países implicados y la utilización de la política internacional para detener una persona que ha mostrado sus vergüenzas. Julian Assange confinado en la embajada de Ecuador de Londres para evitar una deportación por unas curiosas acusaciones recuerda a la situación de Snowden, en la zona de tránsito del aeropuerto de Moscú; en tierra de nadie esperando huir. Dos personas que son perseguidas por explicar los trapos sucios de muchos países: para muchos ciudadanos son unos héroes, pero para muchos gobiernos son personas que deben ser detenidas o simplemente no quieren saber nada de ellas.

Las reacciones políticas de los diferentes países no tiene desperdicio. Por un lado tenemos el conglomerado cercano al movimiento bolivariano que está intentando acoger a Assange y que parece que puede hacerlo con Snowden, erigidos como garantes de la democracia, predicando las bondades de los perseguidos y acusando a los perseguidores. Luego tenemos países supuestamente ofendidos por el espionaje realizado en su territorio pero que a la par han colaborado con el gobierno de Estados Unidos para intentar detener a Snowden, como el gobierno de Hollande que ha cerrado su espacio aéreo a un avión en el que viajaba Evo Morales y su corte de acompañantes, y donde alguien dijo que podía estar escondido Snowden, cuando hace cuatro días condenaba al gobierno americano por sus ademanes. El caso Snowden es una novela negra con espionaje de pacotilla donde los gobiernos hacen un papel ridículo y de la que aún no sabemos el final.

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