Paraíso asequible

Aspecto de la ciudad costera alicantina de Benidorm.

Aspecto de la ciudad costera alicantina de Benidorm.

MAGDA ANGLÈS

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Para todos los que pensamos en el turismo de masas y la edificación de la costa como fuerzas destructivas, escoger entre una ocupación extensiva ('sprawl') o intensiva del territorio es lo mismo que preguntar cómo prefieres morir atropellado, por una furgoneta o un descapotable de alta gama. A pesar de todo, sí que existen algunas diferencias y el caso de Benidorm es ilustrativo.

Benidorm es un «paraíso asequible» según el sociólogo José Miguel Iribas. El clima mediterráneo benigno, la magnífica bahía, y un desarrollo urbanístico que apuesta por la densidad y el espacio público ha generado un modelo de éxito que ofrece vacaciones 'au bord de la mer' para todo tipo de bolsillos.

Tal como lo conocemos hoy en día, Benidorm fue un invento de Pedro Zaragoza, un falangista robusto de bigote fino, que ocupó la alcaldía durante diecisiete años. Entre 1950 y 1967, Benidorm dejó atrás una posguerra difícil y se convirtió en una industria rentable de turismo de masas. En la actualidad, es la tercera ciudad de Europa con más camas tras Londres o París. El alcalde vinculó el crecimiento económico de la ciudad a un desarrollo que apostaba por la densidad urbana. Con este modelo se reduce el consumo de agua y energía, así como la dependencia del coche; permite concentrar la inversión pública, diversificar la oferta de ocio y evita lo que Francesc Muñoz ha definido como “urbanalización”.

Otro aspecto curioso del modelo Benidorm es el impacto modernizador de los turistas en la sociedad española de los sesenta. Zaragoza permitió el uso de los biquinis en las playas, lo que casi le costó la excomunión. Lo resolvió con una audiencia de urgencia con el Caudillo, que lo recibió en Madrid tras un viaje de nueve horas en vespa desde la cosa alicantina y durante la cual contó los beneficios económicos que podrían reportar los turistas con vestidos de baño de dos piezas. “Dejémoslas vestir como quieran y así volverán.”

Desafortunadamente, la codicia económica ha desbaratado la costa española, donde tanto el modelo de densidad como el de la dispersión se han prodigado. Quizás el día del juicio final los políticos y promotores deberán dar explicaciones. Algunos asistentes, pedirían la intervención de Pedro Zaragoza, otros celebrarían que el alcalde que conducía tan solo una vespa les ofreciera muchos veranos de vacaciones estupendas.

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