CARNET DE VERANO

Electrizante 'Elektra'

El Festival de Aix en Provence presenta una gran 'Elektra'

Herlitzius (Elektra) y Randle (Aghist), en 'Elektra', en el Festival de Aix en Provemce.

Herlitzius (Elektra) y Randle (Aghist), en 'Elektra', en el Festival de Aix en Provemce. / periodico

ROSA MASSAGUÉ

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El título puede parecer socorrido y facilón, pero es el que define con mayor exactitud una 'Elektra' de altísimo voltaje estrenada en el Festival de Aix en Provence. La suma de Evelyn Herlitzius (Elektra), Waltraud Meier (Klytämnestra), Adriana Pieczonka (Chrysothemis), Esa-Pekka Salonen en el foso y Patrice Chéreau como director escénico transformó la ópera de Richard Strauss en una gran descarga de energía de las que dejan anonadado. Energía no solo artística. También humana. El resultado la noche del estreno en el Gran Teatro de Provenza (10 de julio) se saldó con todo el público puesto en pie.

'Elektra' es esa ópera que va al límite musical para exponer una historia tan antigua y arcaica (y al mismo tiempo tan moderna) como la de la hija de Agamenón que vive solo para vengar la muerte de su padre, asesinado por la madre Klitemnestra y su amante Egisto a su regreso de la guerra de Troya.

Es una vida que transcurre a la espera de la llegada de quien levantará la misma hacha que sirvió para el regicidio y la descargue contra la pareja felona. Elektra, que vive una existencia casi animal con los perros del palacio, solo ansía ver al hermano Orestes empuñando el arma que ella misma ha guardado para el gran momento de la venganza. Al final, ni será el hacha lo que acabe con la vida de Klitemnestra y su amante, ni la protagonista presenciará la carnicería causada por Orestes, pero habrá sido vindicada.

El mito de esta mujer atrapó a la tríada de la tragedia griega clásica, a Esquilo, Sófocles y Eurípides, y en los tiempos modernos a Hugo von Hofmannsthal y, a través de este escritor y dramaturgo, a Strauss. Inspirándose en Sófocles, libretista y compositor crearon la ópera que se estrenó en 1909.

En los “arrabales” de la tonalidad

Para explicar este drama de sentimientos extremos el compositor amplió la orquesta en busca de una sonoridad masiva y, como explica Salonen en el programa, la armonía nunca pierde las referencias a la tonalidad, pero se desarrolla la mayor parte del tiempo “en una zona franca, en sus arrabales”.

Esta potente masa instrumental que en Aix encarnó la Orquesta de París, reclama unas voces no solo potentes. También deben tener mucho aguante. Las tres cantantes convocadas a Aix reúnen plenamente estas condiciones sin las cuales la ópera de Strauss puede acabar siendo un griterío insoportable.

El director, que se enfrentaba a esta partitura por primera vez, ajustó muy bien volumen orquestal y vocal. Pero si musicalmente esta 'Elektra' era impecable, lo que contribuye a hacerla grande es la dirección escénica de Chéreau. Con una lectura literal, sin recurrir a malabarismos escénicos, hace lo que siempre ha hecho y es teatro de altísimo nivel.

Reviste a sus personajes de humanidad, algo que no es frecuente ver en esta ópera de extremos. Elektra no es el personaje embrutecido hasta la animalidad como se le presenta tantas veces. Entre ella y Klytämnestra, Chéreau crea unos lazos emocionales que abarcan todo los matices de una relación madre-hija. Chrysothemis, la otra hija y hermana de Elektra no es aquí la jovencita que solo aspira a salir de aquel encierro para disfrutar de la vida. Ella misma es la vida.

Chéreau crea un bellísimo movimiento escénico nada más empezar con las sirvientas barriendo el patio del palacio con unos gestos antiguos que aún se veían en el mundo rural hasta hace unas décadas cuales son el asperjar el suelo con las manos para no levantar polvo.

Pero donde el movimiento alcanza nivel de maestría es en la coreografía que baila la protagonista. Allí Herlitzius demuestra que no solo es una voz imponente. Es una grandísima artista, de una resistencia no solo vocal sino física encomiable.

Un guiño a Bayreuth

El director escénico sabe crear emociones y, más allá de la propia obra, hace un guiño maravilloso a la obra que le catapultó a la fama en el terreno operístico hace casi 40 años, al célebre 'Anillo del Nibelungo' que dirigió en Bayreuth. Sobre el escenario de Aix estaban dos cantantes de aquella producción, hoy ancianos, interpretando papeles de anciano.

Eran Donald McIntyre que había sido Wotan en aquella memorable tetralogía wagneriana, y Franz Mazura que había interpretado a Gunther. Su parte en Aix era muy pequeña, pero su sola presencia era un acto de fe en la permanencia en el tiempo de un arte como es la ópera.

Como es habitual en las producciones de Chéreau, los decorados son de Richard Peduzzi y como también es habitual en este artista, el decorado siempre es el mismo, una plataforma a mitad del escenario a la que se sube por unos escalones puestos a la izquierda que llevan a una construcción en forma de ábside.

Es el mismo decorado en el que dormía Brunhilde rodeada de fuego en Bayreuth, solo que allí el edificio estaba en ruinas, y el mismo que servía para enmarcar la acción de un 'Cosí fan tutte' (Mozart), también en Aix hace pocos años. Clasicismo y continuidad en estado puro.

El reparto vocal se completa con Mikhail Petrenko (Orest) y Tom Randle (Aegisth) y el Coro Gulbenkian.

Esta 'Elektra' está coproducida por varios teatros, entre ellos el Liceu. Si viene a Barcelona con el mismo reparto y en las mismas condiciones vocales será para no perdérselo.