Al contrataque

El PP no ha hecho el duelo

JOAN BARRIL

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En un rapto de optimismo hasta me parece ocurrente y divertido el comportamiento de la derecha española. Tanto es así que incluso me parece digna de compasión esa merienda de negros que se ha montado cuando se ha visto que los partidos políticos, aunque estén en el poder, se pueden acabar partiendo. Esa tendencia a la autofagocitación de las formaciones políticas parecía que era un patrimonio de la izquierda. Cuánto más radicales eran sus miembros más se aplicaba el índice de pureza ideológica hasta que llegaba Saturno y acababa devorando a sus propios hijos. Es lo que sucedió en los partidos comunistas de los orígenes o lo que sigue pasando en los pequeños movimientos de liberación como el IRA, que una vez llegado a la consagración de la paz vió como a su lado aparecía el IRA auténtico.

La derecha, en cambio, parecía mucho más pragmática y acomodaticia. Al fin y al cabo, el espíritu conservador no exige grandes fantasías ni mucho menos enormes utopías. Se está ahí porque es lo que toca. Las utopías son para los pobres. La realidad es para los que nada tienen que temer por mantener sus privilegios.

Así eran las cosas hasta que el virus de la ambición llegó hasta la sala de máquinas del PP. La derecha española posfranquista estaba desconcertada en la transición. Gente desconocida y culta acababa de llegar al poder y los antiguos ministros deFrancose montaron una pequeña juerga con Alianza Popular. El primero en caer bajo esa visión fraticida fueAdolfo Suárez,despeñado de las murallas de la UCD. Y luego, tras los éxitos del felipismo, tuvo que llegarAznarpara recuperar para la derecha un liderazgo caudillista hecho a su imagen y semejanza.Aznarsacó a la derecha española de la Unidad de Cuidados Intensivos y la mostró ante el mundo como un partido aparentemente serio mientras la carcoma de la corrupción iba desmontado sus pedestales.

Y en eso llegóRajoy. Y al lado deRajoyapareció la crisis. Y trasRajoy el poder económico dio un paso adelante para decir «Nosotros te pusimos ahí. No nos vayas a olvidar». Y fue así como se montó el terror a la discrepancia y la virtud de la sumisión. Aquí vimos como a la derecha española le faltaba algo. La derecha española jamás ha practicado el tiempo de duelo necesario para olvidar la muerte del padre. En realidad,Francosigue vivo en esos personajes que consideran que la memoria histórica es un pecado y que el desenterramiento de las fosas comunes es una revancha poco elegante.

En esta situaciónRajoy y sus afines se encuentran con el regalo de Catalunya. Cauterizada la sangre de ETA había que buscar un enemigo ancestral, aunque fuera pacífico. Y en esas estamos. La derecha española es incapaz de ver la realidad de las cosas. Todo lo que surja fuera de su control es un motivo para llevar España a la hoguera.

Y es una lástima que en una situación tan crítica como la que estamos atravesando, los gobernantes de la derecha se nieguen a ir en pos de la verdad y a descubrir la causa del zumbido de la mosca catalana. No quieren saber, porque un exceso de sabiduría les impediría actuar. Ese es el problema.