Me gusta, no me gusta
Gisela Llobet
Imparte la asignatura 'Mitos y arquetipos en el cine' en la Universidad Autónoma de Barcelona. Es autora de la obra 'El pianista que fuma'.
La construcción y la transformación del sujeto contemporáneo --envuelto en el sistema deredes sociales-- pasa por el modo en que uno muestra parte de su privacidad para hacerse visible bajo la coacción de lo que la antropólogaPaula Sibilia llama la “tiranía de lavisibilidad” en su libro 'La intimidad como espectáculo'.
Por un lado, estar visibles parece que nos abre una suerte de condición de posibilidad de la existencia en el mundo, en el sentido de que si no estamos visibles “no existimos”. Y por el otro, la “visibilidad” tiene el handicap o la virtud de exponer información personal ante millones de ojos; ya sea en forma de instantáneas,conversaciones,geoposiciones oestadísticas sobre nuestras preferencias, que terminan convirtiéndose en el peor de los casos en un espectáculo “alterdirigido” por las propias redes y laestrategias publicitarias.
Lo que ha sucedido es que aquello que empezó siendo una ventana al mundo para vender nuestra “creatividad”, por ejemplo, se ha convertido en una gran emboscada para que las grandes plataformas --pongamos el caso deFacebook-- terminen por analizar, ordenar y vender sin escrúpulos nuestros datos a las exigencias del sector privado. El sistema de “Me gusta” en Facebook se está convirtiendo actualmente en todo un acontecimiento de marketing, un auténtico pozo de petróleo para las encuestas de mercado. Un mercado, recordémoslo de paso, que sin tener ni pies ni cabeza avanza a pasos gigantescos. Con solo darle al “I agree”, un paso burocrático de poca importancia para muchos usuarios, estamos aceptando que la aplicación de “Facebook Home” --por poner otro ejemplo-- pueda geolocalizar nuestra posición cada vez que escribimos o enviamos un mensaje.
Sin embargo, muchos usuarios se aferran aún a defender el uso de todas estas plataformas y se ponen de acuerdo en asumir que ellos mismos saben muy bien a lo que se exponen. De hecho, lo que quieren es seguir exponiéndose. Incluso el propioMark Zuckerberg declaró --a raíz de la polémica suscitada por los cambios en el perfil de Facebook donde quedaban al descubierto datos sobre la ciudad de residencia, la formación o el empleo-- que “los usuarios de Facebook no quieren una privacidad absoluta” ¿Pero realmente son los usuarios los que no la quieren o es la propia dictadura de la visibilidad quien no la quiere?
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